2020/08/14

Homenaje a Fray Miguel de Medina

Este pasado 13 de agosto ha tenido lugar en la iglesia de Santiago el Mayor de Belalcázar el homenaje del teólogo y erudito franciscano Miguel de Medina (1489?-1578), réplica del acto que ya tuvo lugar en el monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo -del que fue guardián y custodio fray Miguel por nombramiento del Papa Pío IV- el pasado 22 de noviembre de 2019. Aunque el homenaje ahora realizado se programó para el pasado 27 de marzo, su celebración no fue posible, debido a las restricciones establecidas por la alerta sanitaria nacional por la enfermedad Covid-19. 

La profesora Manuela Caballero Armenta de Medina, durante una de sus intervenciones.

El acto, como el realizado en Toledo, ha sido promovido por la asociación Turdulia Belalcazarensis. La presentación ha corrido a cargo de la Dra. Manuela Caballero Armenta de Medina, miembro de la asociación y profesora en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid.

El religioso David Ortiz García, en su presentación sobre la vida, obra y pensamiento de fray Miguel de Medina.

Tras la intervención inicial, han dirigido sus palabras al público asistente el párroco Fray Manuel Muñoz García y el alcalde de la localidad, D. Francisco Luis Fernández Rodríguez. Posteriormente se atendió a sendas conferencias breves del sacerdote y anterior párroco franciscano fray David Ortiz García, sobre la figura de fray Miguel de Medina, y del cronista oficial belalcazareño Feliciano Casillas Sánchez, que glosó la historia y evolución de la actual parroquia de Santiago el Mayor. 

Imagen de la intervención del cronista oficial belalcazareño Feliciano Casillas.

A la finalización de las intervenciones se procedió a descubrir la placa conmemorativa realizada en azulejos, similar a la que se cedió en noviembre al monasterio toledano de San Juan de los Reyes, y que ha quedado instalada permanentemente en la fachada exterior de la iglesia, al lado derecho de su puerta principal.

Descubrimiento de la placa en homenaje a Fray Miguel de Medina, por la Dra. Manuela Caballero en representación de Turdulia Belalcazarensis, el alcalde D. Francisco Luis Rodríguez, y el párroco fray Manuel Muñoz.

Aunque sigue siendo poco conocido entre sus paisanos, Miguel de Medina ha sido uno de los belalcazareños más ilustres, al tiempo que uno de los intelectuales franciscanos de mayor renombre a lo largo de la historia de la orden religiosa. Doctorado en Teología, ganó la cátedra de Santas Escrituras de la Universidad de Alcalá de Henares en 1558, y fue designado por el rey Felipe II para asistir al Concilio de Trento en 1562, desde donde se le encargó la redacción de diversas obras teológicas de relieve (ver https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Medina). El acto de homenaje de este 13 de agosto ayudará sin duda a rescatar su figura y darla a conocer en su localidad natal. Podéis consultar una crónica más completa en la página web de Turdulia Belalcazarensis, en: https://asociacionturdulia.wixsite.com/inicio/post/crónica-del-homenaje-a-fray-miguel-de-medina-en-belalcázar  


Imagen del azulejo en homenaje a fray Miguel de Medina.


2020/08/13

Tras la lluvia estival

Tras las fuertes lluvias de las tormentas de verano, como las ocurridas hace pocos días, las calles recogen a veces huéspedes inesperados. Bajo los tejados viejos que carecen de canalones, o al pie de las bajantes de agua que recogen el agua de lluvia, han podido verse restos vegetales que actúan como formas de dispersión.

Restos de colonias de musgos, arrastrados desde los tejados hasta el adoquinado urbano tras las lluvias. Belalcázar, agosto de 2020.

Uno de los restos más frecuentes son los fragmentos de colonias de musgos, que pueden corresponder a diversos géneros de especies colonizadoras de muros y tejados (Grimmia, Funaria, Tortula, Bryum, etc.). Estos fragmentos a veces se transportan por las aves urbanas, que los usan para construir sus nidos. Los que han caído al suelo pueden sufrir la misma suerte, o bien deshacerse en trozos más pequeños que acaban por recolonizar las grietas del adoquinado, directamente o dispersando sus esporas. Aunque a ojos de quienes los vean puedan parecer plantas muertas, estos restos de colonias reviven tras rehidratarse.

Macrofotografía de uno de los restos de colonias de musgos de la imagen anterior, ligeramente rehidratada. 

Otro de los restos que se han podido observar son las semillas de la palmera canaria, sobre todo cerca de sitios donde hay ejemplares adultos de esa especie en jardines o patios. A diferencia de la palmera datilera común (Phoenix dactylifera), la palmera canaria (Phoenix canariensis) tiene dátiles mucho mas pequeños, que pueden ser consumidos por aves como estorninos, grajillas o mirlos, que usualmente regurgitan los 'huesos' o semillas. Estas semillas quedan depositadas en en los tejados, de donde caen cuando la fuerza de la lluvia es suficiente para arrastrarlos.  

Semillas de palmera canaria, aparecidas en algunas de las calles de Belalcázar tras las últimas lluvias de agosto de 2020.


2020/08/08

Los colores anómalos del verano

Como hemos indicado a menudo por estas fechas, los campos belalcazareños están dominados extensivamente por el tono dorado y pardo de los campos de cultivo, y el gris que poseen en su follaje la gran mayoría de plantas, desde las encinas hasta los bledos o cenizos. Casi todo cuanto crece espontáneo en los sembrados de secano en estas fechas luce esos colores, incluso en sus flores, pero existen algunas excepciones, de la que la más abundante es sin duda la correhuela, Convolvulus arvensis. Sus flores, grandes y acamapanadas, pueden variar del blanco al rosa intenso, o combinas ambos colores, pero en Belalcázar y zonas próximas suelen ser casi siempre blancas, lo que las hace destacar fuertemente respecto al color del entorno. 
Ejemplar de correhuela común (Convolvulus arvensis) de flores abigarradas en blanco y rosa, en Valencia (julio 2011). Estas coloraciones no son habituales en la misma especie en Belalcázar, donde las flores suelen ser solo blancas o con tonos rosados muy débiles.

El apelativo 'correhuela' -o como diríamos aquí, 'corregüela'- parece tener su origen en la expresión corre-vuela o 'corre y vuela', para expresar la tendencia rampante, reptante y a veces trepadora de sus tallos, y la gran velocidad con la que se desarrollan. La planta se mantiene en la época desfavorable bajo tierra en forma de rizomas largos y estrechos, a menudo ramificados, que suelen rebrotar a mitad de la primavera. En ese momento, además de crecer en la superficie del suelo, lo hacen también emitiendo raíces cada vez más profundas, que le permitirán obtener agua del subsuelo en plena canícula estival. Sus raíces a menudo profundizan más de un metro, y son capaces de regenerar la planta con facilidad si se elimina la parte superior; ello le permite resistir el efecto del arado, incluso del de vertedera, que no resisten la mayoría de especies colonizadoras de los barbechos y sembrados. Al mismo tiempo, el arado facilita la dispersión de la planta, al trocear y enterrar a distancia las raíces rizomatosas. 
Correhuelas en flor en el verano de 2011 en Belalcázar

Como recordaréis de un mensaje del blog hace ya bastantes años, en Belalcázar se localizó cerca de la ermita de San Antón una forma 'pleniflora' o de flor doble de la correhuela común, derivada de la conversión de los estambres en pétalos. Hasta ahora no se han recibido imágenes o reseñas que atestigüen la presencia de esa forma de la correhuela en otras partes de su amplia área de distribución, que abarca buena parte de los países del entorno del Mediterráneo.  

Correhuela de la variedad 'pleniflora' localizada en Belalcázar en 2011 

2020/08/06

Nos dejó Luis Fernández Torrero

Los meses de aislamiento de la pasada primavera nos han dejado sin  contacto con muchos amigos y colaboradores. Algunos de ellos nos dejaron definitivamente. De entre ellos queremos recordar aquí a un amigo entrañable, Luis Fernández Torrero, quien durante muchos años animó desde diversos medios (páginas web, páginas de Facebook, etc.) el conocimiento de Belalcázar y otras zonas de la geografía pedrocheña, cordobesa y española, gracias a sus preciosas fotografías. 
Luis Fernández Torrero, durante una de las asambleas de la asociación Amigos de Belalcázar Villa de Monumentos, en agosto de 2012

Movido siempre por su interés en dar a conocer la riqueza natural, histórica y cultural de nuestro pueblo, Luis Fernández formó parte del equipo fundador de la Asociación 'Amigos de Belalcázar Villa de Monumentos', de la que fue secretario durante muchos años. Residía en la Comunidad de Madrid, desde donde se desplazaba a menudo a Belalcázar para asistir a eventos culturales, haciendo de fotógrafo de la asociación y divulgando los valores belalcazareños con sus imágenes, de extraordinaria calidad técnica y artística. 

Luis Fernández con Claudio Rodríguez, revisando el material de publicidad de la asociación en la exposición artística mantenida en el pósito de Belalcázar, en agosto de 2012.

En los últimos años, aquejado de grave enfermedad, tuvo que someterse a diversas operaciones, dependiendo tras ello de la asistencia de cuidadores, y moviéndose solo en silla de ruedas. A pesar de ello, nos siguió acompañando con sus fotografías, tomadas a menudo en el Real Jardín Botánico de Madrid, uno de sus sitios preferidos de visita.

Echaremos de menos sin duda sus fotografías, y sobre todo sus comentarios, llenos siempre de humanidad. Luis fue, ante todo, un hombre bueno y sincero. Un abrazo y hasta siempre, Luis, descansa en paz. 

En abril de 2012 practicando su afición favorita, la fotografía, durante una visita al Jardín Botánico de la Universidad de Valencia.

2020/05/05

Hallazgo botánico de interés desde el equipo de Turdulia Belalcazarensis

Aunque las medidas de la actual alerta sanitaria no permiten salir al campo para conocer y analizar los restos históricos u otros de interés cultural en los que trabaja intensamente el equipo de voluntarios de Turdulia Belalcazarensis, ello no ha impedido que se realicen otros hallazgos de interés, y esta vez sin necesidad de salir de casa. Clemen Medina, de la citada asociación, nos indicó la presencia de una planta desconocida hasta ahora por Belalcázar que había aparecido a su nuera, Jessica Núñez Caballero, en una maceta que contenía otra especie ornamental, y sin que ésta nueva se hubiera plantado previamente. Nada más recibir la imagen de la planta, vimos desde el blog que se trataba de un hallazgo muy interesante, ya que corresponde a una especie de la que hasta ahora sólo hay referencias publicadas de su presencia en Cataluña para todo el continente europeo, en zonas ajardinadas urbanas. Precisamente estos días se estaba analizando material localizado de esta misma especie en Valencia, del que pasaremos aquí diversas fotografías.

Imagen de Nothoscordum nudicaule, planta recientemente localizada en Belalcázar, nacida como planta adventicia en una maceta que contenía otra especie como planta principal. (Fotografía correspondiente a planta estudiada en el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal, Quart de Poblet, Valencia, junio 2010)

La especie ahora localizada es un pariente de los ajos (género Allium), del que hace poco dábamos cuenta en el blog, y pertenece a su misma familia botánica, las Aliáceas (en latín Alliaceae), hasta hace pocos años considerada a su vez como parte de las Liliáceas (Liliaceae); para otros expertos, los ajos y plantas próximas han de situarse en las Amarilidáceas (Amaryllidaceae), la familia de los narcisos. Lo que se ha encontrado en Belalcázar pertenece al género Nothoscordum, de origen sudafricano, que hasta hace poco tiempo solo estaba representado en España por una planta frecuente y en expansión en la parte oriental de la Península Ibérica, el híbrido Nothoscordum x borbonicum. Ese híbrido recuerda mucho a algunos ajillos silvestres nativos, pero carece del olor característico de ajos, cebollas o puerros. Los tépalos o falsos pétalos del híbrido son blancos y los estambres tienen anteras amarillas. Las hojas son planas, algo acintadas, de color verde azulado. N. x borbonicum es frecuente como hierba adventicia o invasora de los cultivos de regadío en Cataluña, Levante, etc., donde se extiende fácilmente por su producción de semillas y de abundantes bulbillos subterráneos. En algunos estudios botánicos, cuando aún no se conocía bien su posible origen híbrido, se le trató con otros nombres como Nothoscordum inodorum y N. fragans, nombres científicos contradictorios entre sí, ya que uno alude a la falta de olor -dado que es realmente poco intenso comparado con otras especies de su género- y el otro a su fragancia -que la tiene pero escasa, y poco significativa a las horas centrales del día-.

Aspecto general de la hierba adventicia Nothoscordum x borbonicum, fotografiada en Catarroja, Valencia, en abril de 2017. La especie localizada en Belalcázar es un pariente próximo pero diferente, como se detalla en el texto.

Producción de semilla del híbrido . Valencia, junio de 2018.

La planta ahora localizada en Belalcázar es diferente al híbrido citado, y corresponde a la especie Nothoscordum nudicaule. Se parece mucho  a la anterior, pero los tépalos tienen una marcada línea central de color rojo vinoso intenso en su cara externa, las anteras aún cerradas son rojizas, y posee un aroma mucho más intenso, especialmente a las horas centrales del día. El olor recuerda al de la vainilla y la canela juntas. A diferencia de Nothoscordum x borbonicum, N.nudicaule produce muy pocos bulbillos, por lo que sus posibilidades de convertirse en planta invasora son muy inferiores.

Nothoscordum nudicaule. Ejemplar cultivado procedente del entorno del vivero municipal de El Saler, Valencia, donde se localizó en octubre de 2019. Imagen de abril de 2020.

Lo más interesante del hallazgo es que haya aparecido espontáneamente en una maceta que contenía ya otra planta (en concreto un ejemplar de Hippeastrum sp.). Ello hace sospechar que las semillas podían estar ya allí como impureza del sustrato utilizado en el vivero donde se produjo la planta ornamental. Esta opción coincide con las observaciones que se están realizando en Valencia en el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal (Quart de Poblet), donde ya se había detectado un ejemplar de esta especie en el año 2010, sin poder identificarse bien en aquel momento; en 2019 se localizaron ejemplares en el suelo y zonas no ajardinadas del vivero de producción de plantas autóctonas del Ayuntamiento de Valencia en el paraje de la Dehesa de la Albufera de Valencia, en la partida de El Saler. En ambos casos la planta ha aparecido como hierba adventicia en viveros, patrón de comportamiento habitual de los llamados 'polizones de los sustratos', especies cuyas semillas pueden viajar miles de kilómetros, alojadas involuntariamente como impurezas dentro de la fibra de coco y la turba que se usan habitualmente en jardinería, para conformar la tierra de las macetas que se comercializan con plantas ornamentales.

Aspecto comparado (vista frontal) de las flores de Nothoscordum x borbonicum (izq.) y Nothoscordum nudicaule (der.). Valencia, abril de 2020.

Imagen similar a la anterior, pero en vista posterior de la flores de  Nothoscordum nudicaule (izq.) y Nothoscordum x borbonicum (der.). Valencia, abril de 2020.

Así pues, la localización de la planta de la que nos hemos hecho eco gracias a la asociación Turdulia Belalcazarensis, implica una nueva referencia para esta especie, que sin duda puede estar en expansión en España. Nuestra enhorabuena, pues, para este colectivo. Afortunadamente, el escaso carácter invasor permite mantenerla en cultivo, donde sus fragantes flores ayudarán a perfumar la estancia donde se mantenga la planta. No obstante, si se llegara a detectar en exterior, en las huertas, conviene controlar su expansión, ya que a largo plazo puede llegar a comportarse como hierba no deseada.    

NOTA: Para quienes deseen profundizar en el conocimiento botánico de la planta, pueden consultar el artículo del Dr. Samuel Pyke "Nothoscordum Kunth (Amaryllidaceae, formerly Liliaceae or Alliaceae) in the NE Iberian Peninsula: a confusing denizen of parks and gardens" en las páginas 12 a 18 del vol. 28 de la revista Bouteloua, descargable desdhttp://www.floramontiberica.org/Bouteloua/Bouteloua_28.htm  

2020/04/26

Los ajos más tempraneros


 
Ajo rosado (Allium roseum). A la derecha, ejemplar belalcazareño prácticamente albino, cultivado en Valencia, fotografiado a finales de marzo de 2008. A la izquierda.planta fotografiada en Es Mercadal, Menorca, en abril de 2011. 

En estas semanas han estado en flor las especies más tempranas de nuestros ajos silvestres. Aunque tengamos en mente al ajo porro (Allium ampeloprasum) que a menudo encontramos en las cunetas y bordes de cultivos, del que ya hablamos en 2010 y en 2012, se trata de una especie bastante tardía, que raramente encontraremos en flor antes de mayo o junio. A cambio, ya en abril e incluso a veces a finales de marzo, han estado en flor las especies más tempranas, que en Belalcázar son el ajo rosado (Allium roseum) y el ajo blanco (A. neapolitanum), siendo especialmente abundante el primero.

Planta belalcazareña de Allium roseum cultivada en Valencia, abril de 2010.

El ajo rosa o rosado debe su nombre al color de las flores, que puede alcanzar un color bastante intenso, aunque no son raros los ejemplares con flores de tonos muy débiles, casi blancas. Es de pequeño tamaño y con hojas finas, a menudo curvadas hacia adentro, brillantes por una cara y mates y más claras en la otra. Sale con frecuencia en las cunetas y márgenes de huertas y campos cultivados, aunque tampoco es raro bordeando pistas forestales e incluso formando parte de los pastizales, como ocurre en algunas zonas del monte Malagón. Como ocurre con la mayoría de ajos silvestres puede consumirse, y así se hizo en tiempos de hambruna, pero dado su pequeño tamaño se abandonó su uso, al no merecer la pena el esfuerzo de recolectarlos, máxime cuando las especies del mismo género que tenemos más a menudo en nuestros platos se cultivan con asiduidad; hablamos obviamente del ajo común (Allium sativum) y la cebolla (A. cepa), ambas introducidas en tiempos antiguos en la agricultura española.

 
Ejemplares de Allium neapolitanum en Belalcázar, abril de 2010.

El ajo blanco, Allium neapolitanum, es más raro de ver, y usualmente es más alto que el anterior, alcanzando fácilmente los 50 cm. Las hojas son también mucho más anchas y de color uniforme. Suele requerir suelos algo más profundos y frescos, por lo que no se le suele ver en el monte, sino en cunetas u otros sitios que recogen la humedad, pero sin llegar a encharcarse, y casi siempre cerca de las casas, cortijos u otros sitios de actividad humana.

 
Macrofotografías de las flores de Allium neapolitanum (izquierda, abril de 2010) y A. roseum (derecha, mayo de 2010)

Vistos de cerca, los dos ajos aquí indicados guardan también más diferencia, ya que las inflorescencias de A. roseum suelen tener muchas más flores y con los cabillos o pedicelos más cortos, de modo que se agrupan más densamente. Los tépalos o falsos pétalos de Allium neapolitanum son proporcionalmente más grandes y redondeados que los del ajo rosado, se disponen en menor número y tienen los pedicelos más largos, lo que da a la inflorescencia un aspecto más laxo.

Los gladiolos de las sementeras

Grupos amacollados de gladiolos empezando a florecer, junto al camino de la Mata en Belalcázar, abril de 2017.


Durante estas semanas tenemos en flor los gladiolos de las sementeras o gladiolos de trigal, -llamados a menudo también gladiolos silvestres, aunque no es la única planta silvestre de este grupo. Se trata de la especie llamada Gladiolus italicus, aunque durante mucho tiempo se les llamó por su sinónimo G. segetum. El epíteto latino segetum significa que es una planta está relacionada con los campos de cultivo de secano, preferentemente anuales como los cereales, el lino, el girasol, etc. Las plantas que viven en esos hábitats se denominan por ello ‘segetales’ –y más concretamente ‘cerealistas’ si viven en los cultivos de trigo, cebada, centeno, etc. Para los casos esos cultivos de cereal, también es frecuente entre los especialistas botánicos hablar de plantas ‘mesegueras’ o ‘mesícolas’, es decir, relativas a la mies.

 
A la izquierda, flores del gladiolo silvestre en Belalcázar, abril de 2006; a la derecha, plantas de la misma especie, Gladiolus italicus, cultivadas de semilla en Valencia, en flor en abril de 2011. 

La mayoría de plantas mesegueras salía antiguamente en abundancia en medio de los campos de cereal, pero muchas acabaron desplazadas a los márgenes de los cultivos. La culpa ha de atribuirse al cambio de los arados, que antes labraban a poca profundidad y sin voltear la tierra –con los que las semillas de estas especies se quedaban en la superficie-, y que fueron sustituidos durante el siglo XX por los arados profundos, y especialmente los de vertedera, que al voltear el suelo entierran las semillas a una profundidad para la que no están preparadas si germinan, agotándose sus reservas antes de que los tallos lleguen a la superficie. No obstante, los gladiolos son de las especies que mejor han resistido a ese tipo de labrado, y a veces se les ve en grupo en medio de los trigales o los campos de cebada. Ello se debe a una propiedad de muchas especies del mismo grupo, cuyos bulbos son capaces de migrar en profundidad en el suelo, de modo que en algunos casos se vuelven a formar cada año bulbos nuevos más abajo de donde inicialmente estaban, muriéndose el bulbo del año anterior.

Macrofotografía de la flor de Gladiolus italicus, abril de 2009.

Como ocurre con los gladiolos cultivados, los de las sementeras poseen propagación vegetativa mediante aparición de hijuelos o bulbos nuevos junto a los de cada planta madre, por lo que a menudo, sobre todo los matas de mayos altura y robustez, forman grupos amacollados más o menos densos. Tras florecer, los gladiolos forman sus frutos en forma de cápsula, con semillas de contorno irregular y color marrón claro en la madurez. 

Frutos en formación del gladiolo de las sementeras, junio de 2009.

2020/03/20

Florecen las primeras orquídeas


Estos días empiezan a florecer las primeras orquídeas silvestres belalcazareñas. La más frecuente de todas es la que llamamos 'abejita rosa' o 'zapatitos de la Virgen', que tradicionalmente se han adscrito a la especie Ophrys tenthredinifera. Dentro de ese grupo, las plantas belalcazareñas corresponden aparentemente a la subsp. ficalhoana -también considerada por algunos autores como especie independiente, denominada entonces Ophrys ficalhoana-. Esta planta no es rara en Belalcázar y otras localidades próximas. Abunda por rodales en zonas como el monte Malagón, tanto en pastos abiertos como al abrigo de los pinos piñoneros que cubren gran parte de esa propiedad municipal.

Abejita rosa o zapatitos de la Virgen, Ophrys tenthredinifera subsp. ficalhoana. Ejemplares cultivados en Valencia a partir de material belalcazareño. Marzo 2020.

La subespecie ficalhoana tiene el labelo o tépalo principal con aspecto muy cuadrado o trapezoidal, bastante ancho, y un característico mechón de pelos o papilas alargadas cerca de su extremo. No obstante, no son raras las transiciones a la forma típica de la especie, la subsp. tenthredinifera, que tiene el labelo un poco menos cuadrangular y carece de los citados pelos.

 
Fotografía de la flor, y detalle del penacho villoso que caracteriza a la subespecie ficalhoana, cerca del extremo del labelo o tépalo principal. Marzo 2020.

Las flores de las Ophrys, comúnmente llamadas abejitas o abejeras, imitan la forma de algunos insectos, que llegan a intentar copular con ellas, sin saber que lo que realmente están haciendo es ayudar a polinizarlas. La mayoría de especies son comunes a toda la España mediterránea. 

El libro más reciente que incluye indicaciones sobre la polinización, y una detallada descripción de las especies, es probablemente la guía que se ha editado en la Comunidad Valenciana, a la que podéis acceder por la página web: 
http://www.agroambient.gva.es/es/web/biodiversidad/llibres-col-leccio-biodiversitat (hay que pulsar en 'Guía de las Orquídeas de la CV.pdf'). 

Entre las páginas 18 y 23 de dicha obra encontraréis una detallada descripción de los mecanismos que usan las orquídeas para atraer a los insectos. En cuanto a las especies aquí tratadas, están indicadas en las páginas 178 a 181.

2020/01/23

Naves y viajeros

Ejemplares de lenteja de agua (Lemna gibba) creciendo junto al 'verdín', nombre local que suele darse en Belalcázar a las algas de agua dulce (géneros Cladophora, Enteromorpha, etc.). 12.2019.

La mayoría de plantas se dispersan gracias a los animales o al viento. No obstante, en el caso de las plantas acuáticas, abundan las que se dispersan al menos en parte gracias a las corrientes de agua, que arrastran fragmentos o ejemplares enteros, o bien sus frutos o semillas. Es lo que se conoce como 'hidrocoria'. Una de las especies que utiliza este mecanismo son las lentejas de agua o pan de rana, de las que en Belalcázar abunda la especie Lemna gibba, de la que ya hablamos no hace mucho en una entrada del blog.

Ejemplar de rana común con lentejas de agua adheridas a su cuerpo, que pueden transportarse así entre charcas vecinas. Belalcázar, 07.2008


Esta especie es frecuente en la mayoría de arroyos, sobre todo cuando se estancan sus aguas al acercarse el verano. Una imagen aún más conocida de esta planta en Belalcázar, es el protagonismo que alcanza cubriendo la superficie del agua en la alberca del Pilar.  Allí no es raro ver ejemplares de ranas comunes (Pelophylax perezi = Rana perezi) portando lentejas de agua sobre su piel, a la que se adhieren cuando el animal emerge del agua. Si se traslada a masas de agua cercanas, la rana dispersará fácilmente las lentejas de agua, al igual que lo hacen las patas de las aves acuáticas, o el hocico de los animales de mayor porte que beben en las charcas o albercas.

Alberca del Pilar en Belalcázar, parcialmente cubierta de una capa densa de lentejas de agua en marzo de 2018. 


2020/01/20

Las calas de río

Solemos llamar 'cala' a las especies cultivadas del género Zantedeschia. De ellas, la más popular es sin duda Zantedeschia aethiopica. Se adapta bien al cultivo en maceta, y en ocasiones puede asilvestrarse, cobre todo en acequias u otros ambientes con agua. No es casual que sea así, porque muchas de las especies de la familia a la que pertenece, las Aráceas, son plantas de sitios frescos que a menudo abundan más junto a los arroyos y ríos. Esto ocurre porque suelen tener tejidos blandos, que necesitan un aporte frecuente de agua, tomada del terreno a través de las raíces.


 
Diversas especies de calas cultivadas. A la izquierda, cala común, Zantedeschia aethiopica (Valencia, 03.2006). A la derecha, calas híbridas, usadas como ornamento en las andas de las procesiones de la Semana Santa en Belalcázar (04.2019).

En los últimos años se ha extendido también el cultivo hortícola de híbridos de diversas especies de este género, de origen africano, que suelen denominarse extensivamente como Zantedeschia hybrida. En Belalcázar se viene usando calas híbridas blancas, sobre todo en los adornos de las andas procesionales. Existen no obstante variedades con las inflorescencias amarillas, rosadas, rojizas e incluso negras. 


 
A la izquierda: Calas de río (Arum italicum) emitiendo nuevas hojas. Belalcázar, 12.2019. A la derecha, formas de hojas con dibujo marcado de los nervios, más frecuentes en el centro y norte de España; foto de plantas cultivadas en Valencia, 02.1997. 

Sin embargo, las calas no son patrimonio de tierras tropicales, y entre sus parientes se encuentran nuestras calas silvestres o calas de río, de las que ya hemos hablado alguna vez. Corresponden a la especie Arum italicum, y en esta época del año destacan entre las hierbas de los arroyos por su mayor tamaño y sus hojas lustrosas, con hojas en forma de flecha amplia. Las calas belalcazareñas suelen tener las hojas de color uniforme. verde claro o intenso, pero en otras zonas, sobre todo en el norte de la Península Ibérica, abundan plantas de hojas más oscuras con un marcado dibujo de los nervios, en verde claro o casi blanco. 


 
Flores de calas belalcazareñas, 04.2010. A la derecha, tallo fructificado, fotografiado en el Cabo de Peñas (Asturias, 08.2012).

Las inflorescencias de nuestras calas son muy poco llamativas, de color verde claro o algo amarillento. A cambio, sí que son mucho más destacados los grupos de frutos que aparecen al final de los tallos, que viran progresivamente del verde al amarillo, anaranjado y finalmente al rojo. Son pequeños frutos carnosos pero no comestibles. 

2020/01/19

Tiempo de los ajos porros

Ejemplares de porros silvestres, con las flores ya secas y dispersando semillas. Belalcázar, 07.2010.

Nuestros ajos porros pertenecen al grupo de la especie Allium ampeloprasum. Digo grupo, porque actualmente se está revisando este conjunto de plantas, que antes se consideraba como una sola especie, pero que puede contener 3 o 4 en España. Se la considera el antepasado silvestre del puerro cultivado, al que normalmente se adjudica el carácter de subespecie: A. ampeloprasum subsp. porrum. En Belalcázar, como en otras muchas zonas de la península ibérica, se tiene la tradición de recolectarlos directamente en el campo, donde suelen crecer en cunetas, márgenes de campos y terrenos baldíos.


Manojo de ajos porros recién cogidos en campo en pleno invierno, cuando están más tiernos. En fase temprana, los bulbos aún no han formado bulbillos, que empiezan a aparecer más tarde, ya en plena primavera. Belalcázar, 12.2019.

Conoceréis con seguridad su aspecto en verano, cuando la planta florece formando una esfera de pequeñas flores -a veces ligeramente aromáticas-. Pero para quienes buscan la planta para comerla como verdura silvestre, este ajo tiene escasa competencia, ya que es el más grande de los que viven por aquí. Su aspecto puede recordar al de las matas de cebollas, pero con hojas menos crasas y partes bajas de las hojas más angulosas, siendo además de marcado color verde-azulado. 


 
Aspecto de un ejemplar adulto ya seco de ajo porro. A la derecha, cabezuela de flores secas dispersando ya las semillas. Belalcázar, 08.2011 y 08.2013.

Aunque acostumbremos a imaginarlos en el secano, los porros son plantas amantes de los suelos frescos. En hábitats más naturales aparecen sobre todo cerca de arroyos y o de sitios donde el agua se retiene, aunque sin llegar a vivir en las zonas más encharcadas. A finales de primavera o principios del verano, el tallo de los ejemplares de más edad, emite en su extremo una vaina a modo de  capucha, que se abre mostrando una cabezuela esférica de flores de color muy variable, desde el blanco o verde claro hasta el rosado o morado.  


Inflorescencia con flores ya fecundadas del ajo porro, empezando a formar los frutos. Belalcázar, 07.2010.

Los ajos porros se reproducen de semilla, aunque quizá con poco éxito, por la frecuente predación que sufren por diversos insectos. A cambio son mucho más eficaces dispersándose mediante bulbillos que nacen en la base y alrededor de los bulbos subterráneos, y que se aprecian especialmente desde finales de la primavera. Los porros salen a menudo en los sembrados y sus lindes, y ello es a menudo el resultado de la dispersión de los bulbillos cuando se aran los campos de cereal. 


La orejilla de fraile, termómetro de la humedad

Ejemplares de la especie Umbilicus rupestris, en las rocas del acceso al Castillo de Belalcázar desde el entorno del albergue, a finales de diciembre de 2019.

Las orejillas de roca u orejillas de fraile (Umbilicus rupestris) son plantas abundantes en Belalcázar y otras zonas próximas, sobre todo en roquedos y muros, donde se identifican fácilmente por sus características hojas circulares y carnosas. Sus hojas están 'peltadas', esto es, la inserción del pecíolo o rabillo se hace por el centro de la hoja -y no por un extremo o base de la hoja, como ocurre en la mayoría de plantas que nos rodean-, lo que hace que tengan hundido el centro, a modo de ombligo. De ahí proviene precisamente el nombre de la planta en latín, Umbilicus, y alguno de sus nombres populares, como el de 'ombligo de Venus'.

En estas semanas pueden verse las plantas de esta especie con abundancia, aparentemente superior a la de años pasados. Ello se debe a las lluvias y a la humedad acumulada en lo que llevamos de invierno. Esta especie germina y se desarrolla de modo más notable cuando se reciben lluvias -no necesariamente intensas pero al menos prolongadas en algunas semanas-, combinadas con nieblas o rocíos matinales, actuando las plantas a modo de sensor de la humedad ambiental. A mayor presencia y constancia del período húmedo en otoño-invierno, más cantidad de orejillas veremos, e incluso no será raro verlas en el suelo forestal, como ocurre en estas semanas en el monte Malagón. A medida que avancemos hacia la primavera, muchas de estas plantas morirán si no se consolidan las lluvias. A cambio, las supervivientes puede hacerse plantas perennes, que aunque a veces se agosten en verano, volverán a salir en el mismo sitio tras las nuevas lluvias otoñales.