2008/06/22

Verano, estación de las flores palustres

Adelfa (Nerium oleander) en flor © Emilio Laguna, 2008.

El verano es la estación en la que florecen la mayoría de plantas palustres, que han esperado pacientemente a la vera de ríos y arroyos al descenso del nivel del agua. Algunas de ellas llegan a dominar los paisajes de la red hídrica belalcazareña, como ocurre con la adelfa (Nerium oleander), que empieza a abrir estos días sus primeras flores, prolongando este estadío a lo largo de julio y las primeras semanas de agosto. Poco a poco se le unirán otras como el sauzgatillo (Vitex agnus-castus), y por supuesto un amplio elenco de juncos, juncias, eneas, etc.

Últimas flores primaverales

Biarum arundanum en flor. © Emilio Laguna. Junio 2008.

En estos días en torno al solsticio florecen las últimas flores primaverales, a la vez que se aventuran las primeras del verano. Las últimas y repetidas lluvias han hecho que muchas especies alarguen su floración, e incluso que otras que indiferentemente pueden florecer en primavera y otoño se atrevan a hacerlo este año en mayo y junio; entre ellas está la rara 'lengua de sierpe', 'lengua de serpiente', 'cinta de tierra' o 'lengua del diablo' una cala autóctona correspondiente a la especie botánica Biarum arundanum. En Belalcázar aparece preferentemente en los suelos calizos de las 'caleras', especialmente en enclaves umbrosos abancalados, o en los rasos despejados cercanos a arroyos y ríos, donde encuentra adecuada humedad. Los Biarum son plantas bulbosas, dotadas de un tubérculo aplastado, con la particularidad de emitir las raíces en la parte superior -en vez de hacerlo en la superficie inferior, como ocurre con el resto de plantas bulbosas-. Emiten sus hojas entre el otoño y el principio de la primavera, coincidiendo raramente tales partes de la planta con la presencia de las inflorescencias. Esas últimas se componen de una 'espádice' o 'espata' -pedúnculo alargado de color claro, que llega a superar los 20 cm, y que contiene en su base diminutas flores masculinas y femeninas, formando sendos anillos que suelen quedar bajo el nivel del suelo-, rodeada de una lámina alargada, en forma de lengua, de color marrón oscuro vinoso a violáceo, que es lo que da el falso aspecto de una flor. Estas plantas son parientes tanto de las calas blancas cultivadas (Zantedeschia aethiopica) como de las silvestres (Arum italicum) que crecen en los arroyos belalcazareños.