2018/12/21

Bulbosas otoñales (7): La centella de otoño

Cerramos este capítulo del blog sobre las bulbosas de otoño el mismo día en que acaba esta estación del año y empieza el invierno, y lo hacemos con otra de las especies más llamativas de nuestros campos y montes, la centella de otoño. 

Ejemplares de centella de otoño (Ranuculus bullatus) en los malagones entre El Brillante y Zarzalejo, en Belalcázar. 11.2018.

Suelen llamarse localmente centellas a las plantas de pétalos muy lustrosos, que brillan como espejuelos cuando el sol incide directamente sobre ellos. Entre estas especies, las más conocidas en Belalcázar son las del género Ranunculus -de la familia de la de las Ranunculáceas (Ranunculaceae)-, conocidos más a menudo en la literatura naturalista española como botones de oro. La mayoría de las especies locales de este género son primaverales, y además tiene sus hojas con formas alargadas o triangulares, usualmente divididas, pero existe una clara excepción conjunta a estas dos reglas, protagonizada por la centella de otoño (Ranunculus bullatus).


Planta de R. bullatus empezando a florecer. Belalcázar, 11.2018.

Ranunculus bullatus es una especie rizomatosa y perenne -aunque agostante en la estación seca-, con hojas ovaladas cortas que crecen pegadas totalmente al suelo. Los tallos se elevan pocos centímetros por encima de la roseta de hojas y en su extremo portan una sola flor, de color amarillo intenso, con el haz de los pétalos muy lustroso. Es una especie muy gregaria, que a menudo ocupa grades extensiones continuas en los pastizales, sobre todo cerca de arroyos o en los sitios que son pastoreados con más regularidad.

Centella de otoño en plena floración. Cada flor corresponde a un ejemplar. Belalcázar, 11.2018.

Aunque la hayamos incluidos en este apartado de plantas bulbosas, las centellas de otoño carecen de verdaderos bulbos. En verano permanecen vivas bajo el suelo, sin hojas, gracias a sus raíces tuberosas engrosadas. Como otras plantas indicadas en apartados anteriores de estas flores de otoño, es rica en sustancias tóxicas por consumo, lo que hace que suelan ser evitadas por el ganado y la mayoría de la fauna silvestre, facilitando su dominancia en los paisajes de los pastizales belalcazareños en otoño.

Aspecto de las plantas de Ranunculus bullatus cuando carecen de flores, fotografiadas en primavera. Belalcázar, 04.2010.

2018/12/20

Bulbosas otoñales (6): La campanilla de otoño



 
Campanilla de otoño (Acis autumnalis) en los prados cercanos al río Guadamatilla en Belalcázar (izquierda, 11.2018)  y en El Acebrón, Parque Nacional de Doñana, Huelva (derecha, 09.2014). 

La palabra ‘autumnal’ es equivalente a ‘otoñal’, y deriva directamente del latín autumnale / autumnalis, epíteto que llevan en su nombre científico muchas especies de las que florecen en otoño. Es el caso precisamente de la grácil campanilla de otoño, Acis autumnalis (=Leucojum autumnale) una planta que apenas se eleva 5-10 cm sobre el suelo y suele portar 1 o 2 flores acampanadas blancas y colgantes, al final de tallos finos de color verde, rojizos en su extremo.

Flor de campanilla de otoño. Belalcázar, 11.2018.

Cada flor puede durar varios días, y las plantas aparecen en grupos a veces numerosos, pero al tener tallos tan gráciles no destacan tanto en el paisaje como otras bulbosas otoñales. Pertenece a la familia de las Amarilidáceas –Amaryllidaceae-, la misma a la que corresponden los narcisos o junquillos, de los que sin embargo se separa bastante por la forma de sus flores, que además no son aromáticas.

Grupo de campanillas de otoño en el Parque Nacional de Doñana, Huelva. 09.2014. 

En el campo es difícil ver esta planta aislada, casi siempre crece acompañando a otras especies similares más abundantes, como Narcissus serotinus o Scilla autumnalis, siendo como aquéllas algo exigente en humedad, por lo que abunda más cerca de los arroyos, aunque huyendo de la competencia de plantas más grandes o agresivas como juncos y cañas.

2018/12/19

Bulbosas otoñales (5): La merendera o quitameriendas



Ejemplar en flor de Merendera filifolia. Los excrementos de oveja situados junto a la planta permiten estimar el tamaño de la flor. Hinojosa del Duque, 11.2018.

La planta conocida a menudo en otras partes de España como merendera o quitameriendas, que en Belalcázar corresponde a  Merendera filifolia, no parece recibir aquí un nombre concreto -a lo sumo 'azafranillo'-, probablemente por confusión con el azafrán de otoño. Se trata de una especie de aspecto parecido al citado azafrán (Crocus salzmannii), pero se diferencia bien por varios caracteres.

Aspecto de otro ejemplar, en las inmediaciones de la casa del Hato, Hinojosa del Duque, hacia el límite de término con Belalcázar. 11.2018.

Mientras el azafrán silvestre crece dentro de matorrales o en el sotobosque forestal, nuestra Merendera lo hace sobre todo en prados y pastos pastoreados. El primero tiene la flor totalmente exerta, es decir, sobresale completa por encima del suelo, mientras la merendera tiene parte de sus tépalos parcialmente enterrados, y de hecho hace luego su fruto a ras del suelo. Igualmente los tépalos de la merendera son menores, más estrechos, muy alargados, y con un color rosado muy intenso, frente a los de tono más violáceo y aspecto más ovalado de los azafranes de monte.

Planta de Cochicum triphyllum, especie próxima a M. filifolia pero no presente en Belalcázar; la imagen se muestra para apreciar a qué altura de la planta se suelen situar los frutos en los géneros Colchicum y Merendera. La parte de las hojas que emerge sobre el suelo es la que posee color verde, de modo que las cápsulas con las semillas se encuentran a ras del suelo. Alpuente, Valencia, 05.2016.

Ambas especies pertenecen a familias diferentes. Los azafranes pertenecen a las Iridáceas (Iridaceae), la misma de los gladiolos o los genuinos lirios. A cambio las merenderas forman parte de la Colquicáceas (Colchicaceae), donde coinciden con las especies del género Colchicum. Las Merendera, y particularmente los Colchicum, son muy conocidos en los estudios biológicos porque producen la colchicina, una sustancia especialmente tóxica que se usa experimentalmente para producir mutaciones celulares en laboratorio. La fauna silvestre, e igualmente el ganado, evitan siempre consumir estas plantas, por lo que es fácil verlas destacando durante su floración en las zonas pastoreadas, donde resaltan por el color rosado intenso de sus flores a ras del suelo.

2018/12/18

Bulbosas otoñales (4): El azafrán silvestre


 
Azafrán silvestre o de monte (Crocus salzmannii), en el monte Malagón de Belalcázar (izquierda, 11.2018) y en el Carrascar de la Font Roja, Alcoi, Alicante (derecha; 10.2005).

El azafrán silvestre de otoño es la especie Crocus salzmannii (=C. serotinus subsp. salzmannii), relativamente frecuente en Los Pedroches y abundante en Belalcázar en algunas partidas como el monte Malagón. Como su nombre popular indica es un pariente próximo del azafrán cultivado (Crocus sativus), aunque a diferencia de aquel, sus estigmas no producen apenas un aroma marcado si se separan de la planta y se tuestan ligeramente, por lo que carece de interés comercial. A cambio, es una de las plantas con flores más llamativas de cuantas florecen en el otoño, debido precisamente al fuerte contraste entre los estigmas y anteras, de color amarillento a anaranjado-rojizo, y el de los tépalos, violáceos o más raramente blanco-rosados. El bulbo, muy pequeño y a menudo situado a bastante profundidad, posee una túnica papirácea –con tacto de papel- de color castaño oscuro o casi negro.

Flor del azafrán silvestre (Banyeres de Mariola, Alicante, 20.2016)

C. salzmannii crece indiferentemente en suelos derivados de rocas ácidas –pizarras, cuarcitas, granitos, etc.- o básicas –calizas, dolomías, etc.- pero es más abundante en estas últimas.

Azafranes silvestres en plena floración en Alcoi, Alicante, 10.1996

A pesar de la belleza de sus flores, esta especie no ha sido cultivada a nivel comercial, en parte probablemente por la escasa división natural de sus bulbos, lo que haría lenta y costosa su reproducción en medios artificiales. La planta de hecho no suele formar macollas –señal de esa división vegetativa de los bulbos- sino que aparece a modo de individuos aislados, que se habrían generado mayoritariamente a partir de semillas.  

2018/12/17

Bulbosas otoñales (3): El junquillo de otoño

Narciso de otoño (Narcissus serotinus). Belalcázar, 11.2018.

Una de las especies otoñales más llamativas de los campos belalcazareños es sin duda el junquillo de otoño, Narcissus serotinus. A diferencia de la mayoría de narcisos, que florecen en el invierno –por ejemplo el junquillo de olor o de huerta, N. tazetta- o en primavera –p. ej., el junquillo común de río, N. jonquilla-, N. serotinus lo hace en el primer tercio del otoño, llegando a teñir de blanco grandes rodales allá donde aparece, sobre todo en posíos y prados no demasiado secos.

Grupo de narcisos de otoño, Belalcázar, 11.2018

La flor del junquillo de otoño es parecida a la del junquillo de olor, pero sus tépalos son más estrechos y pequeños, y la corona que ocupa el centro de la flor es muy pequeña y apenas sobresale, presentando un color amarillo débil. Posee un aroma poco perceptible aunque agradable.

    
Floración de Narcissus serotinus en Belalcázar, 11.2018. En el centro, cápsula con semillas (plantas cultivadas en Quart de Poblet, Valencia, 12.2014).

Como la mayoría de géneros de la familia de las Amarilidáceas –en latín Amaryllidaceae-, los narcisos son ricos en alcaloides y por tanto tóxicos si se consumen; de hecho el ganado suele respetar instintivamente sus flores, lo que ayuda a que perviva su floración durante varios días en los mismos sitios. La especie puede cultivarse, aunque en horticultura se ha utilizado poco, dado el pequeño tamaño de sus matas. 

La especie Narcissus serotinus tiene una amplia distribución alrededor del Mediterráneo y es probable que las formas que se dan en su zona oriental correspondan a otras variedades y subespecies, aún en estudio. Curiosamente, en aquel otro extremo del Mare Nostrum convive con las mismas especies que en Belalcázar, como podréis ver en la foto inferior, tomada en la isla de Elafonissi, en el extremo sudoccidental de la isla de Creta (Grecia).


Narcissus serotinus, con las flores aún cerradas, conviviendo con el jacinto de otoño (Scilla autumnalis, en flor) y la ceborrancha (Urginea maritima, emitiendo las primera hojas) en Elafonissi, Creta, 11.2005.

2018/12/16

Bulbosas otoñales (2): El jacinto de otoño

Suele llamarse jacintos de otoño a las especies del género Scilla, que en Belalcázar están representados por la especie Scilla autumnalis. Se trata de un pariente cercano de la ceborrancha (Urginea maritima), aunque de tamaño muy inferior, y con  flores violáceas, poco numerosas. Como la ceborrancha, a menudo emite los tallos florales antes que las hojas.

    
Jacintos de otoño (Scilla autmnalis) en Belalcázar. 11.2018.

El nombre Scilla era el que poseía antiguamente la ceborrancha, que de hecho fue descrita inicialmente por Linneo en 1753 como Scilla maritima, independizándose luego su género y combinándose en su nombre actual, Urginea maritima. Scilla es también es la traslación al latín del nombre de la ninfa de la mitología griega que conocemos como Escila, convertida en monstruo marino que guardaba uno de los estrechos del Mediterráneo, al lado opuesto de Caribdis; en uno de los pasajes de la Odisea, Ulises debía elegir entre acercar su barco al paso de ese estrecho cerca de Escila, que sólo devoraría a 6 de sus hombres con cada uno de sus brazos, o Caribdis, que probablemente mataría a toda la tripulación. Escila acabó convertida en una gran roca, aquella donde se asienta la actual ciudad de Scilla en Calabria (Italia). Igualmente, se considera que el nombre de este ser mitológico dio lugar al de la actual isla de Sicilia.

  
Flores de Scilla autumnalis (Quatretonda, Valencia, 09.2003) y hojas, que se emiten una vez que ya está la planta en fructificación (Pego, Alicante, 10.2016)

El género Scilla incluye alguna especie más de flor otoñal -como S. obtusifoliano presente en Belalcázar- pero mayoritariamente se trata de plantas de floración primaveral.  Las especies otoñales tienen otros caracteres que las separan de las primaverales, por lo que algunos autores prefieren separarlas en el género Prospero, donde la planta belalcazareña se denomina Prospero autumnalis.

2018/12/15

Bulbosas otoñales (1): La ceborrancha

Esta es sin duda una de las especies bulbosas más conocidas y abundantes en Belalcázar, y zonas próximas. Curiosamente su nombre científico es Urginea maritima, lo que extrañará por situarnos a varios cientos de kilómetros de la orilla marina más cercana; sin embargo, en la mayoría de su área de distribución, dando la vuelta al Mediterráneo, es una especie que se aleja pocos kilómetros del mar.

 
Flores de la ceborrancha. Valencia, 09.2015 y Pedreguer, Alicante, 09.2018.

La ceborrancha florece desde agosto hasta septiembre e incluso octubre, emitiendo una vara que supera a menudo 1 m. de altura y que puede contener hasta 300 flores blancas, con los 6 tépalos dispuestos a modo de estrella. Como ocurre con muchas bulbosas, suele emitir las flores antes que las hojas, que aparecen ya a partir de mediados o finales del otoño.

 
Brote floral (Parque Nacional de Doñana, Huelva, 09.2014) y vara fructificada (Hinojosa del Duque, 11.2018).

Es una especie tóxica si se consume, y la savia de sus hojas puede producir reacciones alérgicas en la piel a personas sensibles a esta especie. La gente mayor en Belalcázar recuerda a menudo que, durante los años de grandes hambrunas que sucedieron a la guerra civil española, a principios de la década de 1940, algunas personas fallecieron al consumir cocidos sus bulbos, pensando que eran comestibles como los de las cebollas. Los bulbos de las ceborranchas son los más grandes de todas las plantas bulbosas de la Península Ibérica, pudiendo llegar a pesar hasta 2 km.  Estos mismos bulbos, torrefactados y convertidos en cenizas, se usaban antiguamente como matarratas.

Bulbo de la ceborrancha. Dehesa de la Albufera, Valencia, 11.2015.

La ceborrancha puede cultivarse fácilmente en macetas, pero la floración de cada mata es muy efímera, durando pocos días. En Belalcázar es fácil ver sus hojas comidas por larvas de mariposas, que cumulan en su cuerpo los tóxicos de la planta, lo que previene a las aves para no consumirlas.

Ceborrancha con hojas, en su aspecto primaveral. Belalcázar, 04.2004.

2018/12/14

Flores de las bulbosas otoñales nativas de Belalcázar


 
Campanilla de otoño (Acis autumnalis  = Leucojum autumnale; Belalcázar, 11.2018) y azafrán de monte (Crocus salzmannii; Cazorla, Jaén, 10.2012)

Se acaba ya el otoño, y con él desaparecen definitivamente las flores de algunas especies, que prefieren esta época para ofrecerlas a los insectos polinizadores. En diversas entregas del blog iremos incluyendo en los próximos días algunas de estas especies, con comentarios breves y algunas fotografías.

 
Junquillo de otoño (Narcissus serotinus), cerca del río Guadamatilla en Belalcázar, 11.2018.

Estas especies pueden pasar desapercibidas en algunos casos si aparecen aisladas, pero normalmente crecen de modo gregario, formando colonias que donde la mayoría de plantas florecen de modo simultáneo, dando lugar a alfombras de colores bien visibles en la distancia. Como avance de los datos que se pasarán en las próximas entradas del blog, podéis ver el caso del narciso de otoño (Narcissus serotinus), que ha formado tapices relativamente extensos por el monte Malagón, inmediaciones del Guadamatilla, etc.

Ceborrancha (Urginea maritima); arriba, en su aspecto primaveral, cuando tiene hojas pero no flores. Belalcázar, 04.2009. Abajo, extremo de la rama floral,  de plantas cultivadas (Valencia, 09.2015).


Muchas bulbosas, tanto de otoño como de floración primaveral, se consideran plantas parcialmente pirófitas, cuyas semillas germinan con más facilidad tras el paso del fuego, que además activa notablemente el crecimiento y floración de los ejemplares que ya estaban en ese sitio, al facilitarles un aporte de cenizas muy ricas en minerales como el fósforo, que raramente alcanza concentraciones naturales tan elevadas como las que se dan tras el paso del fuego. En los sitios que han sufrido repetidos incendios y a su vez han sido pastoreados, abundan especialmente las ceborranchas (Urginea maritima), plantas que el ganado respeta por su toxicidad.

 
Esparraguera común o triguera (Asparagus acutifolius) en flor, 08.2011 y 08.2013.

Aunque hablaremos de las bulbosas, excluiremos a plantas como las esparragueras, zarzaparrillas, ruscos, etc., que posean órganos subterráneos, pero que poseen siempre tallos verdes sobre el suelo a lo largo del año. Muchas de esas especies, y en particular la esparraguera común o triguera, florecen copiosamente desde mediados del verano y a lo largo del otoño, emitiendo además sus flores un perfume característico y agradable.

2018/12/09

Supercolonias de hormigas


Brocal de una de las fuentes de la plaza de Sebastián de Belalcázar, cuyos pequeños agujeros de la base incluyen algunas de las numerosas entradas de la gran colonia de hormigas instaladas en dicha plaza. 08.2018.

A menudo hemos pensado que las colonias de nuestras domésticas e inseparables hormigas ocupan pequeñas extensiones, que en caso de molestia podemos controlar con relativa facilidad. Sin embargo, tanto algunas especies nativas, como sobre todo otras invasoras que han proliferado en los últimos años y cuya extensión se indica a menudo como uno de los efectos del cambio global –incluido el cambio climático-, son capaces de formar supercolonias que pueden medir muchos metros cuadrados, y en ocasiones incluso hectáreas o kilómetros cuadrados bajo tierra. De este modo, lo que pensamos que es la entrada de un hormiguero es sólo una de las docenas, cientos o miles de bocas que dan acceso a las galerías donde existen numerosas hormigas reinas, encargadas de mantener e incrementar la población de estos insectos; en este caso, las hormigas obreras transitan a menudo entre los diferentes hormigueros sin ser reconocidas como enemigas, lo que les permite el transporte de alimento a mayores distancias. Algunos estudios han demostrado la existencia de supercolonias gigantescas de cientos e incluso miles de kilómetros, como la que protagoniza la hormiga argentina (Linepithema humile) que partiendo de Italia alcanza las costas atlánticas de España, Portugal y Francia, con varios miles de de longitud contando todas sus ramificaciones, y millones de hormigueros interconectados.

Detalle de una de las entradas del hormiguero. Otras se sitúan en el pavimento de la plaza, o en el suelo de la zona ajardinada. 08.2018.

Este año se ha podido ver una de estas supercolonias –obviamente mucho más pequeñas que la citada arriba-, que ocupaba bajo el suelo gran parte de la plaza de Sebastián de Belalcázar, y que sin duda habrá generado molestias para quienes quisieran frecuentar ese bello enclave urbano belalcazareño. A poco que alguien se quedara quieto/a, sería fácil que le subieran por el cuerpo y que los mordiscos de las mandíbulas de las hormigas soldado le causaran una mala sensación. Es muy probable que esta colonia sea mucho más extensa, y se extienda bajo el suelo hasta otras calles próximas, alcanzando varios metros de profundidad, lo que a su vez permite a las hormigas resistir el duro invierno belalcazareño, bajando a las galerías más profundas en los días más fríos. Las hormigas observadas corresponden probablemente a la especie Lasius niger, una de las más abundantes en el área mediterránea española, aunque la identidad exacta sólo podrá determinarse por expertos en este grupo de insectos, ya que no puede hacerse con suficiente seguridad a partir de fotografías como las que aquí se aportan.

Hormigas obreras de la colonia de la plaza de Sebastián de Belalcázar, recolectando néctar de la base de las flores de uno de los boneteros (Euonymus japonicus) del jardín allí situado. Para estas plantas, las hormigas pueden actuar de hecho como polinizadores de sus flores, permitiendo que se generen frutos, que luego alcanzan un color rojizo en el otoño e invierno. 

2018/12/06

La buganvila o buganvilla




 
Buganvillas de la plaza de la Constitución de Belalcázar (08.2018 y 07.2007)

Celebrando hoy el 40 aniversario de la Constitución Española, viene a la memoria una de las plantas más relevantes de la plaza de la Constitución o plaza del Ayuntamiento de Belalcázar, la buganvila o buganvilla. Este es el nombre popular que damos a las especies del género Bougainvillea, de la familia de las Nictagináceas (en latín, Nyctaginaceae). Se trata de un género de plantas sudamericanas, de áreas tropicales y subtropicales, que en Belalcázar, y en general en el Valle de Los Pedroches y otros próximos  está representado fundamentalmente por las especies Bougainvillea spectabilis y B. glabra, aunque quizá parte de lo que se le asigna como variedades puede corresponder a distintos híbridos. Ambas especies son muy similares, siendo la primera de hojas más pelosas y la segunda carente de pelos en las diferentes partes de la planta.

Seto en muro de buganvilla en flor, con el color de brácteas u hojuelas florales más frecuente de observar en España, rosado-violáceo intenso (Torrent, Valencia, 06.2018).

Buganvilla con flores de brácteas rojas blancas. Salou, Tarragona, 10.2011.


Flores de buganvilla con brácteas rojas. Catarroja, Valencia, 05.2006


Traemos también a esta página del blog a las buganvillas porque son de las pocas plantas que aún podemos ver en flor a finales del otoño, aunque ya de modo muy puntual, con mucha menos potencia de lo que lo hacía desde mediados del verano. Se trata de lianas decumbentes, es decir, que sus ramas se dejan caer sobre todo tipo de soportes, pero carece de zarcillos, ventosas, raíces adventicias, ramas ensortijadas u otros mecanismos que observamos en la mayoría de plantas trepadoras. Ello les permite una gran diversidad de tratamientos en jardinería, donde a veces se ha ido podando y dirigiendo para que tenga incluso el aspecto de un arbolillo. Igualmente, y aunque en suelo llegue a alcanzar portes enormes con troncos muy gruesos, puede cultivarse en maceta, donde la escasez de suelo limita el crecimiento de la planta, reduciéndola al porte de un arbusto.



 
Buganvillas belalcazareñas, con flores de brácteas rosa cárneo y rosado-violáceo claro. 08.2011. 


Flores de buganvilla, con pétalos de haz con color blanco crema, rodeadas de brácteas vivamente coloreadas de color rosado-violáceo intenso.

Lo que llamamos ‘flor’ de la buganvilla es un conjunto algo más complejo, ya que lo que vemos más vivamente coloreado no es el verdadero periantio –es decir, los pétalos y sépalos- sino las brácteas o últimas hojas más cercanas a las flores, que tienen color y consistencia diferente del resto de hojas de la planta. La parte más visible de las genuinas flores, que se abren en grupos de 3 en el centro del trío de brácteas, es normalmente de color blancuzco. Las brácteas pueden ser blancas, amarillentas o de color crema, rosadas, anaranjadas, rojizas o, más a menudo, de color rosado intenso a violáceo; de modo reciente se han introducido también en el mercado plantas con brácteas de color azul.

 
A la izquierda, tronco de una mata buganvilla (Sant Vicent del Raspeig, Alicante, 09.2010). A la derecha, planta con pérdida parcial de hojas y floración de color rojo intenso (Nicosia, Chipre, 04.2010).

Este grupo de especies e híbridos poseen un amplio elenco de variedades ornamentales que afectan, además de a los colores de las brácteas florales, a la forma y tamaño de las plantas. Aunque la mayoría de variedades extendidas en la jardinería española tienen el ya citado porte de liana, existen también formas arbustivas o enanas, que se elevan apenas un metro sobre el suelo y emiten ramas cortas.

Muro con buganvillas de diferentes colores de las brácteas florales (Sant Vicent del Raspeig, Alicante, 06.2016).


 
Buganvillas con porte arbustivo. A la izquierda, ejemplares de una de las variedades compactas, que no necesitan poda para mantener la talla baja (Valencia, 10.2011). A la derecha, planta que podría alcanzar mucha mayor talla, pero que se mantiene abonsaizada por su crecimiento en maceta y poda regular (Atenas, Grecia, 08.2018).

Plantas con brácteas de color rosa cárneo y anaranjado-rosado (Svoronata, Cefalonia, Grecia, 08.2018).

En función de los sitios donde se plantan y las variedades a las que pertenecen, las matas de buganvilla pueden llegar a estar más de 6 meses en flor, ya sea de modo continuo o intermitente, con alternancia de mayor o menor abundancia floral. En el caso de zonas litorales del sur y sudeste ibérico, pueden llegar a verse buganvillas en flor durante prácticamente todo el año. Ello las ha convertido en plantas muy populares, empleadas tanto en la jardinería pública como en los muros y setos de patios, casas de campo, etc. En esta nota del blog veréis algunas de esas variedades, incluidas las que ahora consideramos más raras pero que cada vez están más extendidas.

Planta arbustiva de una variedad rastrera de buganvilla (Cullera, Valencia, 01.2012)

Buganvillas podadas en forma de seto bajo compacto (Santa Pola, Alicante, 03.2016). 

Para quienes queráis adquirir más conocimientos, sobre todo para aficionados/as a la jardinería, podéis encontrar más información en el blog del uno de los grandes expertos en estas materias en la red,  José Elías, quien como veréis sigue publicando noticias sobre temas de interés para la jardinería y el paisajismo cada pocos días, a pesar de tener ya 84 años de edad. La entrada sobre las buganvillas está en: https://jardinessinfronteras.com/2018/01/19/las-bouganvilleas-especies-hibridos-formas-y-usos/


Buganvilla guiada para crecer sobre la fachada de un edificio en Valencia, 09.2015.