2014/08/28

Llegaron para quedarse



Desde hace algunos años es cada vez más frecuente ver por todos los cascos urbanos de Los Pedroches ejemplares residentes de Tórtola turca o de collar (Streptopelia decaoto). Esta especie se emepzó a ver como animal de granja en los años 70 y 80, y en algunos casos hubo intentos de sueltas para su aprovechamiento como especie cinegética, pero a diferencia de la Tórtola común (Streptopelia turtur), la de collar no se adaptaba a los entornos naturales, de los que huía rápidamente, o donde desaparecía rápidamente al ser presa fácil de los predadores.

Ejemplar de tórtola turca, instalado en la cruz de la veleta de la Casa de Osuna de Belalcázar, en agosto de 2014.

En las últimas 3 o 4 décadas se ha producido de un lado el asilvestramientop de esos ejemplares cautivos en los entornos urbanos, y de otro la colonización progresiva de la especie de modo natural, desde el Mediterráneo Oriental al Occidental, lo que ha hecho aumentar su presencia en nuestra zona, siempre refugiándose en la áreas habitadas por el hombre, donde nidifica con facilidad en árboles y a veces en las propias viviendas. Sus nidos son extremadamente sencillos, a menudo hechos con unas cuantas ramillas entrecruzadas , mantenidas con un lecho de excrementos de la propia especie.

Por carteles que no sea



Al acceder a Belalcázar desde Cabeza del Buey, pasado el último altillo que ya permite otear el casco urbano, el viajero puede encontrarse ante un cartel difícil de digerir o que apenas le dirá nada. Se encuentra a mano izquierda, a la altura de la Fuente del Chorrito pero al otro lado de la carretera A-422. Como veréis en la imagen –de ahora, aunque hace ya unos cuantos años que está en el mismo sitio- es una placa grande de granito con un mapa más que esquemático y, eso sí, con una plaqueta de plástico poco estética, donde algunos logotipos institucionales se dan de codazos entre sí –falta el del ayuntamiento belalcazareño, que hizo bien en no entrar en el asunto- . Poca información da el monolito, indica la situación de las poblaciones que formaban parte del Condado de Belalcázar, pero a una escala tan grande y sin referencia de las distancias, que al viajero a pie le sirve de muy poco; al menos, eso sí, el caminante se lo topa casi de frente yendo por su izquierda y le da tiempo a contemplarlo. Es una lástima, porque el granito está bien tallado, y estando buena parte del espacio del panel desaprovechado, podría complementarse con información más útil para caminantes y ciclistas.


Al viajero en vehículo no le da ni tiempo a verlo, a mano izquierda apenas pasado un cambio de rasante, justo en el sitio donde no puede ni debe detenerse; de hecho lo raro es que llegue a percatarse de la presencia. Lo normal es que esté atento a su derecha, por donde le sale al paso un camino entrante asfaltado –el antiguo trazado de la propia carretera-, la imponente imagen del Castillo de Belalcázar, y una excelente visión de todo el casco urbano de la localidad. Por supuesto, si va en sentido inverso, hacia Cabeza del Buey, solo ve el monolito por detrás, sin ninguna información.   

2014/08/20

La hierba de las cunetas



Matas de Dittrichia graveolens, al pie de uno de los mojones que rodean el entorno de la antigua caseta de peones camineros, a la salida de Belalcázar por le carretera A-422 hacia Cabeza del Buey.
 
En alguna ocasión han enviado al blog preguntas sobre la hierba de las cunetas que sale a finales del verano por las carreteras que llegan a Belalcázar. Lleva muchas décadas con nosotros pero parece estar en expansión, y cada año se hace más abundante.

Aspecto de matas jóvenes (izq.) y del extremo de un tallo ya florecidos (der.) de D. graveolens 


Se trata de la especie Dittrichia graveolens, de la familia de las Compuestas o Asteráceas, y es pariente próximo de la olivarda (D. viscosa), de costumbres parecidas pero de presencia más reciente en nuestra zona y con mayor talla y vistosidad. Al ser menor la D. graveolens se la suele denominar 'olivardilla', aunque también está afianzado el nombre 'yerba pulguera', ya que como otras plantas parecidas de olor fuerte y algo desagradable, se usaba para prevenir las presencias de las pulgas y otros parásitos. El olor se desprende de los compuestos almacenados en glándulas y pelos dispuestos sobre las hojas y el tallo, que le confieren además un tacto viscoso, adhiriéndose fácilmente a la piel cuando se toca la planta. 

Como ocurre con la tradicional yerba pulguera belalcazareña, la 'matarrabias' (Pulicaria hispanica), la olivardilla también se ha usado en el pasado para fabricar escobas domésticas, que unían dos características adicionales al arte de barrer; de un lado, al mantenerse durante algún tiempo la adhesividad de sus hojas y tallos, permitían capturar parte de la suciedad que se quería eliminar en el suelo, siendo especialmente útiles en rincones, suelos de bolillos y otros lugares poco accesibles para las escobas de otros materiales (palmiche, tamujo, alijonjera, etc.); de otro, al dispersar su esencia ayudaban a desinsectar las viviendas, ahuyentando a chinches y pulgas.


Cabezuelas florales de la olivardilla, donde pueden apreciarse los pelos glandulares que le confieren aspecto viscoso al tacto, y que desprenden el característico olor de la planta.

La olivardilla es planta anual y florece desde finales del verano hasta bien entrado el otoño, dispersando sus semillas en los meses ventosos del invierno. No suele sobrepasar los 50 o 60 cm de talla, y además de en las cunetas de carreteras no es raro verlas, cada vez más, como planta colonizadora de los barbechos estivales que aún no se hayan labrado.

2014/08/19

Bienvenida al viajero



Para el viajero que viene desde Extremadura por la carretera A-422, la llegada al casco urbano de Belalcázar la anuncia un cartel viario –como siempre sin acento en la segunda A de Belalcázar, a pesar de que en castellano es obligatorio en los nombres escritos en mayúsculas-, tras el que se erguía hasta hace poco un frondoso ejemplar de pino piñonero. 


El árbol está muerto hace algún  tiempo, y como ocurre en la mayoría de especies de pinos, no tiene opciones de rebrote. No estaría de más sustituirlo por otro ejemplar, de la misma especie o si se desea de otra, pero con mejor aspecto para dar la bienvenida al viejero que nos visite. De paso puede ponerse por supuesto la tilde al nombre del pueblo, lo reclama a gritos hace muchos años.  

Nuestro pariente del jazmín azul



 
Plumbago auriculata, especie ornamental sudafricana conocida como 'jazmín azul'

El llamado ‘jazmín azul’ es una especie sudafricana de planta trepadora, usada extensivamente en jardinería, y relativamente popular por su rusticidad. Se trata de la especie Plumbago auriculata (=P. capensis), que pertenece a la familia de las Plumbagináceas, de óptimo mediterráneo y subtropical, pero con génerios relictos en otros continentes y climas. A pesar de su nombre popular, poco tiene que ver esta especie con los verdaderos jazmines (género Jasminum, familia de las Oleáceas), y por supuesto sus flores no están perfumadas. Los cálices del jazmín azul se adhiren con facilidad a cualquier objeto, animal o persona que pase a su lado, lo que asegura la dispersión de sus semillas; no obstante, en nuestro clima es raro llegar a verlo fructificado, y no suele asilvestrarse con facilidad.

 Mata de la borra (Plumbago europaea). Ejemplares fotografiados en el entoprno del Castillo de los Sotomayor en Belalcázar.

El género Plumbago tiene una especie en el viejo continente, P. europaea, que en poco recuerda al aspecto de su pariente sudafricano, salvo en la forma de los inconfundibles cálices de la flor. A diferencia de la ornamental, ésta otra suele ser una mata humilde que raramente llega a 50 o 60 cm, de porte desaliñado, con pocas ramas, divergentes del tallo. Se trata de una planta que en la Península Ibérica se extiende por las comarcas de paisajes más esteparios, estando bien representada en Belalcázar. Recibe diversos nombres locales, como ‘mata de la borra’, probablemente derivado de la capa pelosa que cubre sus hojas y tallos y que acaba desprendiéndose, confiriéndole el aspecto de restos de lana; a veces lo que la planta acumula son verdaderos mechones de lana y pelo de los animales, ya que la ser sus tallos algo adherentes –sobre todo hacia la inflorescencia-, acaban por acumularlos cuando las ovejas pastorean cerca de las matas.  Para observar plantas de Plumbago europaea basta con acercarse en verano al Castillo de Belalcázar, porque en los caminos que acceden a él no son raras las matas de esta especie, aunque por su color grisáceo pueden pasar desapercibidas.

 Flores de P. europaea, donde se aprecian de paso los cálices, muy parecidos a los de P. auriculata.

2014/08/16

Las repoblaciones de frondosas siguen por el buen camino

Aspecto de las plantas repobladas, fotografiadas en estos días de agosto de 2014.

Las repoblaciones abordadas en los parajes belalcazareños de Rebasco y Cantos Blancos, a las que solemos dedicar alguna nota cada año en el blog, llevan una marcha excelente, y las encinas (Quercus ilex subsp. rotundifolia) van despuntando cada día más en el paisaje, al tiempo que aumenta la diversidad del estrato herbáceo y se afianzan y crecen las retamas (Retama sphaerocarpa) que ya existían en la zona. Incluso las partes repobladas que sufrieron años atrás un incendio forestal, se han regenerado hasta alcanzar un porte similar al de las zonas no quemadas.  


Zona repoblada fundamentalmente con encinas (de copas más oscuras) y algarrobos (de color verde más claro)

Entre los aspectos más destacables está la buena salud de los algarrobos (Ceratonia siliqua) que se introdujeron en algunos de los tramos de la repoblación. Vista la continentalidad de este zona y la dureza de sus inviernos, la supervivencia de los algarrobos era poco predecible, ya que se trata de una afamada planta termófila, amante de loas temperaturas cálidas. Sin embargo, parece claro que la alta humedad ambiental invernal  de la comarca y las abundantes lluvias que se suelen recibir entre el otoño y la primavera cada año, protegen mejor a las raíces de la planta contra las heladas.

2014/08/15

El tornasol de tintoreros

Aspecto de la mata de Chrozophora tinctoria

Aunque en Belalcázar se suele llamar ‘tornasol’ al girasol (Helianthus annuus), ese mismo nombre se da tradicionalmente en gran parte de España a una de las plantas más usadas en el pasado para la obtención de tintes. La tintura de tornasol se extraía de la especie Chrozophora tinctoria, planta abundante en tierras belalcazareñas, donde aparece a menudo durante el verano en cunetas, baldíos y sembrados en reposo o barbecho.

Flores masculinas del tornasol. Los pedúnculos recurvados en la base del tallo floral corresponden a las flores femeninas, no abarcadas en la foto.

Inflorescencia del tornasol, junto a frutos en desarrollo.

El tornasol de tintoreros es pariente cercano de las lechetreznas (género Euphorbia) aunque su aspecto es bastante diferente, más parecido de lejos al de los cenizos (especies de hojas cenicientas del género Chenopodium).  No se sabe bien su origen, y aunque es posible que viniera del Mediterráneo Oriental, Asia Menor o el N de África en el pasado, cuando pudo cultivarse para la obtención de tintes, se la suele considerar como parte de la flora nativa de la península Ibérica.


Como la mayoría de euforbiáceas, el tornasol tiene las flores masculinas y femeninas en el extremo de los tallos, pero separadas entre sí. Las últimas dan lugar a frutos de aspecto verrugoso, con  3 semillas gruesas en su interior. 



El tornasol, como la mayoría de especies tintoreras, llegó a cultivarse en algunas zonas de la península, mientras en otras probablemente sólo se recolectaba sin necesidad de mantenerla en huertos y sembrados. En la actualidad es una de las especies más características del paisaje veraniego belalcazareño.