Ajo porro silvestre (Allium ampeloprasum), fotografiado
estos días en el entorno de Belalcázar. ©E. Laguna, 01.08.2012
Llamamos indistintamente ‘ajo porro’ al puerro cultivado
(Allium porrum) y al pariente silvestre a partir del cual se domesticó en
épocas pretéritas, el porro de campo (Allium ampeloprasum). Las diferencias
reales entre ambas plantas parecen responder solo a las dimensiones -y por
tanto no acaban de merecer ser distintas especies desde el punto de vista
científico-, de modo que en la planta cultivada su selección secular por los
agricultores ha primado las razas con tallos y bulbos más engrosados.
Inflorescencia del ajo porro cultivado (Allium porrum). ©E.
Laguna, 05.2009
Su pariente silvestre, muy abundante por Belalcázar y su
entorno, muestra estos días sus últimos tallos secos, pendientes de que algún
golpe de viento acabe de tumbarlos para dispersas sus semillas. Cuando las
cabezuelas de flores están en su óptimo desarrollo, el color puede variar del blanco
al morado, en tanto en la mayoría de puerros cultivados prima más este último tono,
que suele mantenerse cuando a veces se asilvestran cerca de las huertas. La
diferencia entre la verdades planta silvestre (A. ampeloprasum) y las formas
asilvestradas del cultivado (A. porrum), se aprecian fácilmente en el grosor de
los tallos secos, bastante uniforme en el primero, mientras en el segundo
son extremadamente anchos y huecos en la
base, con forma de botella con cuello
muy alargado.
Cabezuela floral de ajo porro nativo o silvestre (A.
ampeloprasum). ©E. Laguna, 05.2009