A lo largo de
los últimos años se vienen sucediendo varios incendios forestales en el monte
Malagón y otras zonas de Belalcázar, en circunstancias que permiten sospechar fundadamente que pueden ser el
resultado de actos intencionados. El último y más grave sucedió en la última
semana de julio de 2022, en el que el fuego, con varios focos junto a
carreteras y caminos, quemó 1.200 hectáreas. Conforme a los medios de comunicación, se trataría del incendio forestal de
mayor dimensión de la provincia de Córdoba en los últimos 15 años.
Paralelamente se dieron otros fuegos, quemando terrenos agrícolas, incluso al lado del casco urbano de la población. También ha sido pasto de las llamas la exitosa repoblación con especies forestales autóctonas realizada hace cerca de dos décadas en Rebasco y Cantos Blancos, cuando los ejemplares allí plantados ya alcanzaban el porte arbóreo, especialmente muchas encinas.
En el caso del Malagón, se han
detectado diversos fuegos en esa zona desde el año 2018, afectando a la masa
de pinar de repoblación de pino piñonero (Pinus pinea), plantada en las
décadas de 1970 y 1980. Estos pinares se caracterizan por su escasa
regeneración, ya que se plantaron sobre afloramientos masivos de pizarras -las
llamadas localmente “malagones”- con escasa profundidad de suelo, cuando la especie ya citada exige suelos arenosos profundos; en consecuencia, es previsible que la
mayoría de la masa forestal desaparezca definitivamente. Allá donde lleguen a
germinar pimpollos, sólo se regenerará la masa forestal si los próximos inviernos son generosos en lluvias y no se dan nuevos
incendios, ya que la especie no es rebrotadora y suele necesitar en torno a dos
décadas sin nuevos fuegos para producir piñas.
Lo que sí que se viene regenerando en las zonas ya quemadas es el estrato herbáceo y arbustivo, donde en una primera fase destaca la abundancia de plantas bulbosas, que resisten el incendio gracias a sus órganos subterráneos de reserva. De estas especies ya hicimos diversas entradas en diciembre de 2018, aprovechando justamente su abundancia en las zonas quemadas del monte Malagón ese año. Entre otros, es particularmente abundante el junquillo o narciso de otoño (Narcissus serotinus). Desgraciadamente, el fuego repetitivo tiende a reducir la diversidad de los nuevos pastizales, y los matorrales pueden enriquecerse en especies pirófitas.
Zona quemada en el verano de 2018 en el monte Malagón, iniciando su regeneración en noviembre de ese mismo año. El estrato herbáceo poseía en ese momento una importante densidad de junquillos blancos de de otoño (Narcissus serotinus). Ver ficha de la especie en este blog en: http://zorruno.blogspot.com/2018/12/bulbosas-otonales-3-el-junquillo-de.html
Las zonas
quemadas también destacan por la abundancia de algunas setas ligadas al carbón
vegetal y las cenizas que quedan tras el paso del fuego. Entre otras, en
Belalcázar abundan formas del género Pholiota, que parecen corresponder
a Pholiota highlandensis (= Ph. carbonaria). Aunque no se suele
considerar tóxica por la mayoría de expertos, se tiene por seta sin interés culinario. Podéis encontrar información sobre esta
especie en páginas especializadas como la de la Sociedad Micológica Extremeña https://micoex.org/2016/09/17/pholiota-highlandensis/
Seta localizada en las áreas quemadas del monte Malagón que parece corresponder a la especie Pholiota highlandensis, especie que solo suele localizarse en carboneras y zonas incendiadas, durante los primeros años de regeneración tras el paso del fuego