2016/07/17

Una nueva especie de interés para el Valle de los Pedroches

Un enamorado de la naturaleza de Villanueva del Duque, David Gómez Romero, localizó en uno de los manaderos del río Cuzna una leguminosa que no acertaba a identificar. Tras contactar con Claudio Rodríguez en Belalcázar, quien cultivó un esqueje de la planta, ha resultado ser toda una novedad botánica de interés.

Galega cirujanoi, cultivada en Belalcázar por Claudio Rodríguez. Foto cortesía de Rafael López Monje.

Otro de los colaboradores habituales del blog, Rafael López Monje, nos hizo llegar imágenes de la planta cultivada a partir de la de Villanueva, que desde un primer momento aparentaba ser una especie del género Galega, un género del que la especie más conocida es la 'ruda cabruna' (Galega officinalis), usada antiguamente como forrajera y planta medicinal.  

Detalle de la misma planta en flor e iniciando la fructificación. Foto de Rafael López Monje.

Dada la alta probabilidad de que se tratara de una especie de este género, contactamos con el profesor Dr. Salvador Talavera, de la Universidad de Sevilla, revisor del género Galega en el proyecto Flora iberica, quien nos confirmó que se trataba de la especie Galega cirujanoi. Esta especie fue descrita en 1999 por el propio Dr. Talavera y el Dr. Pablo García Murillo, y se distribuye por diversas zonas del Mediterráneo Occidental, teniendo su óptimo ibérico en las cuencas bajas del Guadiana y el Tajo. 

Planta de G. cirujanoi en fructificación más avanzada.

La distribución detallada de esta especie está aún en estudio, y de modo reciente se han encontrado varias poblaciones en distintas zonas de Sierra Morena, a las que se uniría ésta localizada por David Gómez. La planta se dedicó a uno de los principales botánicos españoles, el Dr. Santos Cirujano, investigador del Real Jardín Botánico de Madrid, y uno de los más importantes expertos europeos en plantas de zonas húmedas, riberas y otros ecosistemas con abundancia de aguas superficiales.

El Dr. Santos Cirujano, en una imagen reciente, de principios de 2016.

2016/06/27

Plantas sanjuaneras (3)

 
Plantas de hiel de la tierra con aspecto próximo al de la especie Centaurium erythraea

Para acabar esta reseña de plantas que florecen alrededor del solsticio de verano, y que reciben a menudo nombres como 'hierba de San Juan' o similares, tenemos la que llamamos por Belalcázar 'hiel de la tierra'. Se trata de las especies de flor rosada del género Centaurium que crecen habitualmente en márgenes de caminos y cultivos, de las que en Los Pedroches se han indicado al menos dos especies de aspecto muy similar, difíciles de distinguir a simple vista: C. erythraea y C. grandiflorum

 
Id. a las imágenes anteriores, pero para plantas de aspecto más cercano al de Centaurium grandiflorum.

El nombre 'hiel' hace referencia al sabor extremadamente amargo de cualquier parte de la planta, que antiguamente se usaba como purgante o para provocar el vómito en caso de afecciones estomacales. Los principios amargos dominantes en esta planta son comunes a la mayoría de especies de su familia botánica, las gencianáceas (Gentianaceae), y favorecen algunas propiedades paralelas por las que se usaron tradicionalmente en el pasado; entre otras virtudes, se utilizaba como aperitiva -para despertar el apetito-, estomáquica -para mejorar la función intestinal-, y sobre todo como antiparasitaria intestinal. Curiosamente, como las otras dos principales plantas sanjuaneras (Hypericum perforatum y Verbena officinalis) se le atribuyen también propiedades para la curación de heridas y contusiones.

Por otro lado, las gencianáceas son plantas ricas en sustancias colorantes, y algunos textos recogen que los Centaurium se usaron en época antigua comno colorantes del cabello. En la actualidad dicho uso se encuentra abandonado, en favor de los colorantes químicos o los procedentes de otras plantas. 

Plantas sanjuaneras (2)

Inflorescencia de Hypericum perforatum, 'árnica' en Belalcázar.

Otra especie de floración por San Juan -aunque empezando bastante antes en zonas cálidas- es el perico, hipérico o varita de San Juan (Hypericum perforatum), que en Belalcázar recibe a menudo el nombre de 'árnica'. No debe confundirse con la genuina árnica (Arnica montana) propia de climas norteños y de alta montaña -ausente en la España mediterránea-, que posee una merecida fama de planta con propiedades analgésicas, usándose como calmante para todo tipo de dolores en muchas partes de Europa. 

Plantas en floración de la falsa árnica (Inula montana), ausente en Los Pedroches y comarcas próximas.

Tampoco ha de confundirse nuestra especie con la falsa árnica (Inula montana), más frecuente en zonas de montaña caliza de clima mediterráneo, que no se conoce  por Belalcázar o su entorno; sí que se ha localizado en las altas montañas calizas del sur de la provincia de Córdoba, en la Serranía Subbética, creciendo en prados y en el sotobosque de encinares y pinares. Nuestro Hypericum perforatum crece a cambio en cunetas, márgenes de cultivos y a menudo en el entorno de fuentes y arroyos, ya que es planta algo exigente en humedad. Es relativamente fácil de observar, aunque escasea en los años de primaveras secas.


Extremo de la rama floral de Hypericum perforatum. Los puntos negros que aparecen dispersos en el tallo, las hojas y las flores, son las glándulas que contienen los aceites esenciales.

A pesar de lo anterior, la árnica belalcazareña no está exenta de virtudes -incluidas algunas de las propias de la Arnica montana-, y se ha recolectado tradicionalmente para usarla como curativa, cicatrizante y calmante para las heridas externas. La forma más habitual de empleo es el macerado de las ramas florales en aceite de oliva, que transfieren a éste un bello tono rojizo. La planta está cubierta de pequeñas glándulas esféricas oscuras, bien visibles a simple vista en el borde de los pétalos, sépalos y hojas, que acumulan diversos compuestos y aceites esenciales propios.


Macerado de hipérico en aceite, ya filtrado, que se usa en muchas zonas de España como cicatrizante y para acelerar la curación de contusiones, pequeñas heridas, etc.

La capacidad del hipérico para curar heridas hizo que en otros tiempos el macerado de sus flores y hojas se usara especialmente en las contiendas militares, por lo que entre otros nombres dados en diversas zonas de España recibe apelativos como 'hierba del soldado' o 'hierba militar'. De modo más reciente, se ha extendido su empleo en fitoterapia por sus propiedades para el tratamiento de las depresiones leves, y como analgésico en el tratamiento de algunos dolores crónicos.

Plantas sanjuaneras

Verbena común (Verbena officinalis)

Alguna vez hemos comentado el caso de las plantas que florecen en torno a la fecha de San Juan, a las que a menudo se han atribuido desde tiempos antiguos caracteres mágicos. De entre esas especies, la que tuvo probablemente más fama fue sin duda la verbena común (Verbena officinalis), especie relativamente abundante en gran parte de Europa, que crece a menudo en ambientes propios de la actividad humana como bordes de caminos, lindes de huertos, etc. Aunque la planta tiene propiedades medicinales, sobre todo como analgésica, también tenía efectos curativos menores sobre un amplio arco de enfermedades, por lo que se la consideró casi -e inmerecidamente- como una panacea.

 
Aspecto general e inflorescencia de la Verbena común.

La noche de San Juan, para celebrar el solsticio de verano, se consolidó durante siglos en muchas zonas del continente europeo la tradición de recolectar hierbas, a las que se atribuían propiedades extraordinarias, como la verbena. Es recolección se acompañaba de diversas formas de festejos tradicionales, llamándose en muchas regiones 'fiesta de la verbena', ya que ésta era la principal especie recogida en el campo. De aquellas fiestas de la verbena por San Juan se heredó en nuestro vocabulario la 'verbena de San Juan', expresión que primero correspondió a la planta pero finalmente a toda la fiesta que se celebraba para esa fecha.

Detalle del tallo floral y flores de Verbena officinalis.

En último término, en la lengua castellana se produjo una auténtica transferencia de significado entre palabras, de modo que 'verbena' ha acabado significando 'fiesta', cuando su origen era realmente la festividad de recolección de hierbas, entre las que destacaba por ser más apreciada la Verbena officinalis

Planta belalcazareña de la verbena menor (Verbena supina), creciendo entre verdolagas (Portulaca oleracea).

La verbena común es una especie frecuente en Belalcázar, abundando en ocasiones cerca de fuentes y arroyos, aunque no sea una especie estrictamente acuática. Tenemos a cambio una segunda especie de este mismo género, Verbena supina, más pequeña y de floración más atrasada hacia el centro del verano, que no suele andar nunca lejos del agua de arroyos, charcas o tablas. A diferencia de la verbena común, ésta otra tiene hojas más divididas, pelosas y de tonos más grisáceos, y no parece que despertara en el pasado el interés de su congénere -del que hoy en día sabemos que no posee propiedades curativas especialmente reseñables.

Verbena supina.

2016/04/28

La flor del tamujo

El tamujo (Flueggea tinctoria) es una de las especies más características de nuestros ríos y arroyos, y en el pasado prestó buen servicio en los hogares belalcazareños, al usarse para fabricar escobas recias y rígidas, que servían sobre todo para barrer los corrales de ganado y otros lugares difíciles para las escobas domésticas de palma. Quien se haya fijado en la planta habrá visto que no es fácil de ver con frutos -a modo de pequeñas bayas esféricas que pueden observarse en el verano- y que éstos se ven sólo en algunos ejemplares.

 
Flores de pies masculinos de tamujo, floreciendo hace pocas semanas en Belalcázar.

Ello se debe a que el tamujo es una planta dioica, es decir, que tiene flores de un sólo sexo apareciendo en pies separados, de modo que unas plantas son masculinas y otras corresponden a ejemplares femeninos. La rareza de los frutos se debe a menudo a un desequilibrio natural en la proporción de sexos, de modo que dominan en muchas poblaciones los ejemplares masculinos. Esta estrategia no es rara en especies que, como el tamujo, confían parte de su fecundación a la acción del viento, además de a algunos insectos; esta modalidad de polinización, la anemofilia, es también frecuente en algunos árboles y arbustos dominantes de las riberas como chopos, álamos y sauces, expuestos a las corrientes de aire que canalizan los arroyos y ríos. Un resultado frecuente de esta estrategia es la escasa vistosidad de las flores, que no necesitan tanto atraer a mariposas, abejas u otros polinizadores. Igualmente, como ocurre con el tamujo, tampoco es raro que las flores apenas exhalen olor.

2016/04/27

Plantas acompasadas con el descenso de las aguas

Al avanzar la primavera, si se consolida la falta de lluvias se produce un curioso fenómeno, consistente en el alineamiento de comunidades vegetales de plantas herbáceas en las riberas, sobre todo allá donde los cauces se ensanchan y tienen pendientes suaves bordeándolos. Aunque esas comunidades pueden variar cada año, un buen ejemplo nos lo da la zonación -disposición ordenada de las formaciones vegetales- que podía observarse este año en la Estación de Belalcázar, donde el descenso progresivo de las aguas en la cola del embalse del Zújar ha hecho que afloren tempranamente agrupaciones homogéneas de plantas. 

Detalle del pastizal dominado por el trébol de los posíos, Trifolium subterraneum.

Las plantas del cinturón más externo, algo alejado del agua, correspondían a las propias de prados relativamente frescos, con dominancia extensiva de diversas especies de tréboles (género Trifolium) y mielgas (género Medicago). De ellos, el más frecuente en esa zona es sin duda el trébol de los posíos, Trifolium subterraneum, que debe su nombre a que produce frutos enterrados o semienterrados que crecen bajo la capa de hojas. Ésta es, con diferencia, una de las especies más apetecidas por el ganado ovino. Dado que crece formando un césped continuo de muy poca altura, sólo los brotes superiores llegan al diente de la oveja, con lo que la mayoría de flores se salvan de la siega por el ganado.  

Detalle de las flores de Trifolium subterraneum.

Más cerca del agua, ya donde el terreno está aún  algo húmedo por haber estado inundado hasta pocos días antes, se da una comunidad dominada por la siempreviva de la especie Gnaphalium luteo-album, propia de arroyos y fuentes. 

 
Pastizal dominado por la especie Gnaphalium luteo-album.

Esta especie posee tallos y hojas cubiertas de denso tomento o vellosidad blanca, que transfieren su color al paisaje allá donde dominan sobre otras plantas. Vista de cerca, destaca el aspecto papiráceo -de textura parecida a la del papel- de la brácteas de las flores, que permanecen sin apenas variarcon el tiempo si se cortan y secan. No obstante, y a diferencia de otras 'siemprevivas', no suelen recolectarse por la escasa rigidez de los tallos, que se doblan al secarse. 

Detalle de la rama floral y capítulos de flores con brácteas papiráceas de Gnaphalium luteo-album.

Por último, ya junto al agua, sobre el sustrato casi constantemente húmedo, podemos encontrar una curiosa formación dominada por la hepática Riccia tomentosa. Las hepáticas son criptógamas, plantas sin flores ni estructuras similares, que están estrechamente emparentadas -a pesar de su diferente aspecto- con los musgos, con los que forman el grupo botánico de los Briófitos. Los ejemplares de R. tomentosa disponen su talos o falsos tallos aplanados formando círculos, que a su vez se separan entre sí para no competir en exceso por el agua del entorno. El resultado es un suelo lleno de pequeñas plantas de esta especie dispersas, formando dibujos moteados sobre el paisaje en miniatura del lodo de las riberas, allá donde la inundación regular impide que se asienten las plantas palustres de mayor talla. Abajo podéis ver esta particular comunidad vegetal, y fotografías de mayor detalle de Riccia tomentosa, planta que debe su nombre al tomento a modo de fieltro que cubre sus talos. 





Flores acabando su exhibición.

El paso de abril a mayo marca a menudo la transición entre las flores tempranas de la primavera y las que reinarán en la segunda mitad del período. Despedimos así en estos días a algunas especies que no volverán a florecer hasta el próximo año, y que nos han premiado con sus llamativos colores. Podéis ver a continuación algunas de ellas.


Conejitos, conejito morado (Linaria amethystea)

Dehesa con el suelo cubierto de manzanilla común (Chamomilla recutita = Matricaria chamomilla)

Chirivitas (Bellis annua

Lirio enano o 'Patita de burro' (Gynandriris sysirynchium)

Conejito amarillo (Linaria spartea)

2016/04/22

Vinagrillas y acederas


Potaje de garbanzos y espinacas, una de las comidas más habituales en Belalcázar, particularmente hacia la Cuaresma y Semana Santa.

Con el tiempo, buena parte de las verduras que consumían nuestros antepasados han dejado de formar parte de nuestra dieta, incluyendo entre otras a romanzas, cerrajas, acederas, etc.; a lo sumo nos ha quedado de aquellas verduras alguna tradición como la del consumo de los cardillos (Scolymus hispanicus). Algunos de nuestros platos más populares en la Cuaresma belalcazareña, como los garbanzos con espinacas, se aderezaban en otros tiempos con diversas hierbas silvestres como las citadas.

Cardillos (Scolymus hispanicus), ya 'pelados', listos para ser cocidos y cocinados.

La gente mayor aún recuerda el sabor de muchas de ellas, y su diversidad en los platos aumentaba sobre todo al principio de la primavera, cuando las temperaturas benignas permitían brotar a todas estas plantas de las que siempre eran más aprovechables los tallos tiernos y las hojas primerizas.


Mata y hojas de acedera o vinagrilla (Rumex scutatus), especie de sabor ácido de la que ase añadían a menudo las hojas a guisos y ensaladas, siempre en pequeñas cantidades.

La razón del abandono de la recolección de estas verduras silvestres tiene poca explicación, salvo la del abandono del contacto con el campo al que se ha visto abocada parte de nuestra sociedad, al tiempo que se facilitaba la obtención en el mercado de hojas, tubérculos y frutos de las especies cultivadas con costes muy inferiores -aunque por supuesto menos ecológicos en la mayoría de casos. Curiosamente, las tendencias más modernas en la gastronomía tienden a recuperar algunas de estas especies e incluso animan a cultivarlas, como forma para reducir la potencia de sus sabores gracias al riego frecuente o la menor insolación de las plantas. 

2016/04/21

Nuestros junquillos, que no son juncos, sino narcisos.

Junquillo blanco o de invierno (Narcissus tazetta), cultivado o más raramente asilvestrado cerca de huertas y acequias

El nombre 'junquillo' se usa en Belalcázar para designar a las especies del género Narcissus, más conocidos a nivel general como narcisos. La flor de los narcisos posee una capa exterior de 6 tépalos -ya que no son genuinos pétalos-, y una central en forma de corona, donde las piezas florales están soldadas formando un tubo; los genuinos junquillos son sobre todo las especies de corona corta o aplanada, en forma de copa ancha, incluyendo tanto a los narcisos de olor cultivados (Narcissus tazetta), de flor blanca con corona amarillenta, como a los más tradicionales silvestres (N. jonquilla), que jalonan los bordes de ríos y arroyos al principio de la primavera. La mayoría de especies de este grupo poseen flores intensamente aromáticas, siendo particularmente apreciadas en Belalcázar las flores del junquillo de río.  

 
A la izquierda. junquillo de río (Narcissus jonquilla). A la derecha, junquillo de trompetillas (N. bulbocodium).

En las inmediaciones del agua podemos encontrar otra especie de este grupo pero de corona alargada, por lo que a menudo se las llama 'trompetillas'. Se trata de la especie Narcissus bulbocodium, de flores muy llamativas aunque no fragantes. Suelen ser menos abundantes que el junquillo común, aunque a veces forman grupos relativamente densos.   

Flores de Narcissus bulbocodium.

Ejemplares de Narcissus fernandesii, el junquillo de monte.

Otra especie local menos frecuente son los junquillos de monte (Narcissus fernandesii), muy parecidos a los de río pero de menor talla y con flores a menudo más gráciles, a veces algo curvadas o al menos con los pedicelos o rabillos de las flores curvos y menos consistentes. No es raro que tengan además las hojas algo enrolladas en espiral. Crecen en posíos y suelos con afloramientos rocosos, a menudo someros. Aunque las flores son aromáticas, su olor no es tan agradable como el de los junquillos de río. 

Flores del junquillo de monte (N. fernandesii, a la izquierda) y de río (N. jonquilla, a la derecha)

La especie Narcissus fernandesii, abarca a su vez diversas formas inicialmente descritas como especies independientes en el pasado; entre ellas se incluye el llamado N. cordubensis, por haberse descrito partir de plantas de la provincia de Córdoba.

Imagen similar a la anterior, pero mostrando de frente las flores de los junquillos de monte (izq.) y de río (der.).


2016/04/20

El tiempo de las berenjenillas


Ejemplar de mandrágora belalcazareña.

Las 'berenjenillas' son los frutos de nuestra 'oreja de burro' o mandrágora silvestre, Mandragora autumnalis. El apelativo 'autumnalis' hace mención  a la época de floración más habitual de la planta, que se desarrolla sobre todo a partir de finales de octubre. Sin  embargo es también frecuente verla en flor hacia febrero, cuando se vuelven a registrar temperaturas similares. El resultado es que la planta puede producir dos tandas de frutos, madurando los primeros más lentamente por culpa de las bajas temperaturas, y estando ya dispuestos para dispersar sus semillas hacia finales de febrero o principios de marzo. Los frutos de la floración invernal se solapan con las anteriores, extendiendo así la época de fructificación hasta el mes de abril en muchos casos.

Mata de mandrágora mostrando sus frutos o 'berenjenillas', que a veces quedan ocultos entre las hojas.

El nombre 'berenjenilla' hace alusión a la forma del fruto carnoso de la oreja de burro, que tiene forma de berenjena aunque con un color naranja intenso y un fuerte olor afrutado en la madurez. A diferencia del resto de la planta, la pulpa del fruto no parece contener alcaloides o lo hace en una concentración muy pequeña. En su interior guarda un número discreto de semillas, en torno a 20, de cubierta dura y muy parecidas a las de los tomates o las genuinas berenjenas. Los frutos pueden atraer a aves o pequeños mamíferos que los consumen, haciendo pasar las semillas por su tubo digestivo, lo que probablemente incrementa su capacidad germinativa. 

Fruto de mandrágora junto a un grupo de semillas, resultantes de la acción de las babosas.

No obstante, no es raro que este ciclo ideal de dispersión de las semillas se trunque por culpa de las babosas, los principales `predadores' de la planta, que consumen ávidamente tanto las hojas como la pulpa de los frutos; el resultado son a menudo pequeños grupos de semillas limpios y dispuestos junto a la propia mata, como el que podéis ver en una de las fotos aquí aportadas.

2016/04/19

Las reinas de los arroyos



Si alguna especie luce más esplendorosa en los arroyos hasta bien entrada la mitad de la primavera, esa es sin duda el ranúnculo blanco, que forma enormes alfombras cubriendo centenares de metros cuadrados. La mayoría de estas masas de flores corresponden a la especie Ranunculus peltatus, la más abundante en Belalcázar y en general en Los Pedroches y otros valles cercanos.


El género Ranunculus da nombre a una familia botánica considerada a menudo muy primitiva, las Ranunculáceas, con abundantes géneros y especies, en su gran mayoría terrestres. Dentro del género Ranunculus dominan igualmente las especies que crecen en tierra firme, que suelen tener las flores amarillas y reciben diferentes nombres populares como botón de oro, centella amarilla, etc.; a este mismo grupo pertenecen los conocidos ranúnculos cultivados o francesillas, donde además del color amarillo de los pétalos, se han obtenido popr selección hortícola otros colores (rojo, rosado, anaranjado, crema, blanco, etc.) y formas de flor doble.   Por el contrario, los ranúnculos acuáticos son generalmente plantas de flor blanca y suelen poseer dos tipos de hojas; unas permanecen sumergidas y suelen estar profundamente divididas, y otras, las flotantes, son a menudo anchas y de forma arriñonada. 

2016/04/18

Los nombres religiosos de algunas flores


Fumaria officinalis, la especie más frecuente de su género en Belalcázar, que a menudo recibe el nombre popular de 'Sangre de Cristo'

Al avanzar el año aumenta el número de plantas en flor en los campos belalcazareños, y muchas de ellas tienen nombres populares, a menudo relacionados con motivos religiosos. En su mayoría hacen referencia al santo que coincide con la época en que más destaca su floración (varita de San José, hierba de San Roberto, etc.). Entre las primeras en florecer se encuentran las plantas del género Fumaria, que reciben a menudo el nombre de 'Sangre de Cristo' por el color rojizo de sus flores. A decir verdad, otras hubieran merecido antes esa denominación, como las comunes amapolas, ya que las especies de Fumaria tienen a lo sumo las flores rosadas en distintos tonos, e incluso algunas de las especies más frecuentes, como Fumaria capreolata, son más a menudo parcial o casi totalmente blancas.

 
A la izquierda, Fumaria officinalis. A la derecha, F. rupestris.

La especie más abundante en Belalcázar es sin duda Fumaria officinalis, que coloniza ambientes afectados por la actividad humana o el ganado, siendo frecuente en los herbazales de calles, cunetas, solares, etc. Suele presentar espigas de flores más o menos densas y de color rosado intenso. El extremo opuesto lo representa F. rupestris, de flores más claras y distanciadas entre sí, siendo propia de roquedos y suelos someros derivados de pizarras; suele huir de las zonas de mayor actividad humana, salvo las cercas de piedra de las fincas. 

 
Ejemplares de dos formas de la especie Fumaria capreolata. El de la izquierda, con el pétalo superior rosado intenso, es más frecuente en Belalcázar, aunque también abundan en ocasiones los de flor casi completamente blanca como los ilustrados a la derecha.