Hoy 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, en el que se intenta concienciar a la población de la importancia de mantener este tipo de ecosistemas, tan particularmente bellos y ricos en biodiversidad. En Belalcázar y su entorno, los principales enclaves húmedos los constituyen los cauces de los ríos Zújar y Guadamatilla, cuyos niveles freáticos han descendido alarmantemente en las últimas décadas, aunque la superficie de lámina de agua se haya incrementado por el recrecimiento o la creación de nuevos embalses en sus cauces -p.ej., el de la Presa de La Colada-; dicho sea de paso, estos embalses han costado a Belalcázar, El Viso o Hinojosa varios centenares de encinas multicentenarias. Estas zonas ribereñas hospedan importantes poblaciones de especies singulares de flora y fauna (nutria, cigüeña negra e incluso flamenco rosa, como ocurre en el Embalse de Doña Rosa Montero), muchas de las cuales están estrictamente protegidas y constituyen todo un símbolo de la naturaleza ibérica, sirviendo cada vez más de reclamo ecoturístico.
Huellas de flamenco rosa o europeo (Phoenicopterus ruber) en el Embalse de Doña Rosa Montero. ©E. Laguna, 11.08.2006
Sin embargo, la mayor riqueza y singularidad botánica de los humedales belalcazareños se localiza sobre todo en las pequeñas charcas estacionales, que a lo largo de estos años han desaparecido o se han visto seriamente alteradas por la actividad ganadera -p.ej., en el caso de Las Lagunillas o la Picaraza-; algunas han llegado a desaparecer completamente por acción de la roturación y el exceso de extracciones de agua en su entorno -p.ej., la charca del Olivar de los Frailes-. El Día de los Humedales es una invitación a la reflexión sobre el daño que hemos venido produciendo a nuestro entorno -cuyo mejor termómetro son sin duda las zonas húmedas-, pero conviene que el interés por su conservación no nos dure un sólo día al año; nuestro futuro y el de las próximas generaciones depende en gran medida de intentar que esas zonas húmedas mantengan la misma riqueza biológica y calidad que tenían cuando las heredamos de nuestros antepasados.
Sin embargo, la mayor riqueza y singularidad botánica de los humedales belalcazareños se localiza sobre todo en las pequeñas charcas estacionales, que a lo largo de estos años han desaparecido o se han visto seriamente alteradas por la actividad ganadera -p.ej., en el caso de Las Lagunillas o la Picaraza-; algunas han llegado a desaparecer completamente por acción de la roturación y el exceso de extracciones de agua en su entorno -p.ej., la charca del Olivar de los Frailes-. El Día de los Humedales es una invitación a la reflexión sobre el daño que hemos venido produciendo a nuestro entorno -cuyo mejor termómetro son sin duda las zonas húmedas-, pero conviene que el interés por su conservación no nos dure un sólo día al año; nuestro futuro y el de las próximas generaciones depende en gran medida de intentar que esas zonas húmedas mantengan la misma riqueza biológica y calidad que tenían cuando las heredamos de nuestros antepasados.