2009/08/29

Festival de dedaleras en 'Flora Europaea'


Dedalera o campanillera (Digitalis thapsi L.). Belalcázar, por Las Lastras. ©E. Laguna, 04.2000

Las dedaleras (género Digitalis) constutyen uno de los géneros de mayor valor ornamental de nuestra flora; son de paso especies de afamado interés farmacéutico, de las que se extrae la digitalina. No hay que alejarse mucho de Belalcázar, entre finales de abril y mediados de junio, par verlas en flor creciendo en los recovecos de los pedroches o piedras berroqueñas -nuestras típicas moles de granito, también llamadas localmente berroques, borroques, berruecos, borruecos o barruecos-. En Los Pedroches crecen 3 especies, siendo todas ellas endémicas (exclusivas) de la península Ibérica: 1) Digitalis thapsi, propia de la zona centro-occidental de España y áreas cercanas de Portugal; 2) D. mariana subsp. mariana, endémica de Sierra Morena, con óptimo en su parte oriental, y 3) D. mariana subsp. heywoodii, igualmente endémica de Sierra Morena, pero con óptimo en la zona occidental. La especie más habitual en Belalcázar, y en general en todo el norte del Valle, es D. thapsi, de flores rosadas, con hojas y tallos muy glutinosos -pegajosos al tacto, sobre todo si se aprieta la planta entre los dedos-. De las dos subespecies de D. mariana, menos glutinosa, la subsp. heywoodii es fácil de distinguir por sus flores blanquinosas, mientras la subsp. mariana las tiene de color rosa más intenso; estas dos subespecies se hacen más abundantes al adentrarnos en Sierra Morena.


Dedalera blanca, Digitalis mariana subsp. heywoodii. Fuente La Lancha, cerca del Arroyo Lanchar. ©E. Laguna, 05.2000

Recientemente hemos 'colgado' en la página Flora Europaea (http://www.floraeuropaea.blogspot.com/) fotos de hasta 10 especies de Digitalis de todo el continente, entre las que se encuentran nuestras D. thapsi y D. mariana subsp. heywoodii. De paso podréis apreciar la particular belleza de éstas y otras especies europeas del género.


El 'bloguero' Emilio Laguna (a la derecha), junto al Dr. Vernon Heywood (al centro, catedrático emérito de Botánica de la Universidad de Reading, Gran Bretaña), al que se dedicó el nombre de la especie Digitalis mariana subsp. heywoodii, y el Dr. Antoni Aguilella (a la izquierda, director del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia), durante el desarrollo de la V Conferencia Europea de Conservación de Flora en Cluj-Napoca (Rumanía). 08.09.2007. Foto cortesía de la Dra. Anca Sarbu, presidente de Planta Europa.

2009/08/28

De moras, morales y moreras

Frutos de zarzamora (Rubus ulmifolius). A diferencia de de morales y moreras (género Morus), la mora de la zarzamora y otras especies del género Rubus -p.ej. la frambuesa, Rubus idaeus- es un fruto en sentido estricto, al provenir cada mora de de una sola flor. Como se indica más abajo, cada mora del género Morus es realmente un polifruto o infrutescencia. ©E. Laguna, 23.08.08, Avilés (Asturias)


Para muchos de nuestros mayores, el verano se asocia entre otras cosas a las moras que consumían en su infancia. Las moras pedrocheñas provienen de dos grupos de plantas. De un lado, las moras de zarza, que en Belalcázar corresponden a la especie Rubus ulmifolius (zarzamora), abundante en arroyos, cañadas y otras cursos fluviales; estas moras se comían ocasionalmente, pero no era habitual recolectarlas ni consumirlas en gran cantidad, dada la excesiva abundancia de semillas, molestas al masticar e indigestas si se tomaban en abundancia.

Inflorescencia típica de las especies del género Morus (morales y moreras). Cada racimo posee numerosas pequeñas flores, dando cada una de ellas un pequeño fruto carnoso -cada uno de los 'granos' que componen la mora. La mora de estas especies es por tanto un agrupación de frutos reunidos en un sólo cuerpo o infrutescencia. 30.03.2008 ©E. Laguna.

Moras de moral (Morus nigra) en proceso de maduración. Sinarcas (Valencia), 29.06.2007 ©E. Laguna


Por otro lado están las moras de árbol, que se obtienen de las especies del género Morus. Desde el punto de vista botánico este tipo de mora no es realmente un ‘fruto’ sino una infrutescencia o agrupación de frutos, formada por numerosas drupas –frutos carnosos con una sola semilla- apiñadas, hasta el punto de no poder separarse entre sí; técnicamente, cada mora es una ‘polidrupa’, y cada 'grano' de la mora es un fruto completo que proviene de una sola flor. Las moras belalcazareñas más tradicionales son las del moral, Morus nigra, especie originaria de Irán y zonas colindantes, que fue introducida en Europa en época prerromana. Además de por las propiedades alimenticias y el uso tintorero de las moras, el árbol se cultivaba por sus virtudes medicinales; hoy en día sabemos que, entre otros productos, los árboles del género Morus poseen resveratrol, un compuesto químico de propiedades antioxidantes y anticancerígenas, de alto interés farmacéutico. De modo más reciente se ha expandido en Los Pedroches el empleo ornamental de la morera (Morus alba), especie más sensible al frío o la sequía, pero más resistente a las podas, adaptado en mejor medida a la jardinería urbana. La planta se cultivaba ya desde antiguo en la comarca, pero de modo muy puntual. La morera se introdujo en Europa más tarde que el moral, expandiéndose sobre todo en época medieval, e implantándose ampliamente su cultivo en algunas zonas de España –sobre todo en las vegas bajas de los grandes ríos mediterráneos- entre los siglos XV y XVIII, al utilizarse sus hojas como alimento para el gusano de seda, larva de la mariposa Bombyx mori; tenéis datos accesibles en la correspondiente entrada de la Wikipedia:


Hojas (arriba, Quart de Poblet -Valencia-, 30.03.2006) y moras (abajo, Catarroja -Valencia-07.05.2006) de la morera (Morus alba). ©E. Laguna

La sericicultura (cultivo del gusano de la seda, que llevaba apareado el de la morera) entró en declive a mediados del siglo XIX por la expansión de enfermedades que diezmaron las explotaciones del insecto. La expansión jardinera de la morera (M. alba) es bastante reciente y se ha visto aumentada en los últimos años por la comercialización de cultívares estériles de crecimiento rápido, que procuran abundante sombra en pocos años sin generar las molestias que provocan las moras en adoquinado, coches aparcados bajo su copa, etc. Igualmente se ha extenido el empleo de las moreras de copa horizontal y hoja palmeada (Morus kagayamae Koidz.), que algunos expertos consideran una mera variedad de la morera común (M. alba) y otros atribuyen a una especie cercana también asiática, Morus australis Poiret; usualmente estas moreras de hoja palmeada se injertan sobre pies de Morus alba.

Aspecto de las hojas jóvenes (arriba) y adultas (abajo) de la morera de hoja palmeada (Morus kagayamae), cada vez más habitual en la jardinería española. Fotos tomadas en San Millán de la Cogolla (La Rioja), 16.08.2008 y Catarroja (Valencia), 01.11.2006. ©E. Laguna

El moral (Morus nigra L.) produce moras de color granate oscuro a negro, relativamente duras y particularmente sabrosas; las hojas son ligeramente rígidas, poco brillantes y ásperas al tacto; las drupas (cada ‘grano’ que forma la mora) tiene un extremo sobresaliente en forma de cono. En la morera (Morus alba L.), la mayoría de razas producen moras blancas o parcialmente tintadas de rosa a granate -aunque existen variedades con frutos más oscuros-, y son algo insípidas comparadas con las del moral, presentando textura más babosa en el paladar; las hojas son a menudo más grandes, brillantes y lisas, suaves al tacto; las drupas son de extremo redondeado, no tan cónico como en las moras de moral. Además, la fructificación de ambas especies suele distanciarse en el tiempo, yendo la de la morera de finales de mayo a principios de julio, y la del moral entre finales de julio y mediados de agosto. Los frutos de morales y moreras pueden usarse para fabricar confituras, debiendo sopesarse la cantidad de azúcar a emplear en función del dulzor natural de la fruta. Para algunas variedades, puede ser conveniente filtrar la mermelada obtenida para eliminar semillas, si estas se presentan. Las moras de los morales se usaron en el pasado para tintar, y sus manchas son difíciles de erradicar de los tejidos cuando los manchan accidentalmente. Dice el refrán que ‘la mancha de mora negra con una blanca se quita’, aunque dicha regla solo parece cumplirse (y a duras penas) con las moras oscuras que tienen algunas variedades de M. alba. Las del moral propiamente dicho siempre tuvieron peor solución, entre otras cosas porque sus frutos maduros no suelen coincidir con los de la morera...

Los viejos morales belalcazareños, antiguamente abundantes cerca de caminos y carreteras o como árboles de sombra y complemento en las lindes de las huertas, han ido desapareciendo en las últimas décadas; a su progresiva muerte natural sin reposición por nuevas plantas, se ha sumado su tala por la ampliación de carreteras o las podas excesivas que sufrieron muchos ejemplares locales hace ya más de dos décadas –podas que probablemente hubieran resistido bien las moreras, pero no los morales-. De los viejos morales apenas quedan en pie pocos ejemplares, como el de la Ermita de Nuestra Señora de Consolación, mantenido gracias al cuidado que los ermitaños o santeros le han dedicado año tras año.
Moral (Morus nigra) de la Ermita de Consolación, Belalcázar, 05.08.2007. ©E. Laguna

En cuestión de albahacas, el tamaño también importa

Ejemplar de albahaca cultivada este verano en Belalcázar por el colaborador del blog Claudio Rodríguez ©E. Laguna, 09.08.2009


La albahaca o basílico (Ocymum basilicum) es una de las plantas más tradicionales en los patios y huertos belalcazareños, donde destacan por su aroma en los momentos más cálidos del verano. Se trata de una especie originaria de Asia Menor, cuyo cultivo se extendió ya por griegos y romanos, aunque en España se expandió especialmente durante la dominación árabe, empleándose como condimento –conocido en italiano como ‘pesto’-, hierba aromática, medicinal y eficaz espantador de insectos; algunos expertos indican que sus raíces actúan como trampa para los nemátodos del suelo –responsables de daños a muchos cultivos-. Como ocurre con otras muchas plantas utilizadas como especias, la planta posee potentes productos insecticidas que serían tóxicos para los humanos si se consumieran las hojas en fresco, pero que no causan daños al tacto por el contacto con la planta verde, y que desaparecen o se reducen hasta dosis no dañinas al desecar las partes aéreas.


Aspecto característico de las albahacas de la variedad Genovesa. Belalcázar, 14.08.2007, ©E. Laguna

En Belalcázar se acostumbra a cultivar la variedad común o de hoja pequeña de la albahaca –la llamada variedad ‘Genovesa’-, de porte prieto y talla reducida (hasta 30-40 cm). En los últimos años se ha extendido también, aunque con poco éxito, el cultivo de otras variedades de mayor tamaño (hasta 50-70 cm), incluyendo las de hojas rojizas o rizadas –‘albahaca menta’-, cuyo aroma recuerda más al del clavo y la canela. Algunos enlaces de información útil sobre la albahaca común son los siguientes:
http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,543,m,2719&r=ReP-19967-DETALLE_REPORTAJESPADRE
http://es.wikipedia.org/wiki/Ocimum_basilicum

Macrofotografías de flores (arriba) y hojas (abajo) de albahaca, en las que pueden apreciarse las glándulas que contienen las esencias aromáticas, bien visibles en los cálices y en el envés foliar. Belalcázar, 13.08.2006 ©E. Laguna.

Se cultivan en torno a 50 variedades de Ocymum basilicum, todas ellas herbácas anuales o bianuales. No obstante, el género incluye algunas especies leñosas, frecuentemente cultivadas en el Mediterráneo Oriental y Asia, como el tulsí o tulasí hindú (Ocymum sanctum = O. tenuiflorum); tenéis datos de dicha especie en la Wikipedia:

Ejemplar arbustivo de la albahaca hindú o tulsí (Ocymum sanctum). Chania (Creta, Grecia), 23.11.2005 ©E. Laguna

Para quienes piensan que el tamaño de las albahacas es poco trascendente, acostumbrados a ver las humildes plantas que cultivamos en nuestras huertas y macetas, conviene recordarles que el pueblo de Bétera (Valencia) es famoso por sus albahacas gigantes, que forman parte del escudo de la localidad, y que se cultivan para ser lucidas por las calles del pueblo durante la celebración de la Virgen de Agosto. En 2007 se estableció un record (inscrito en el conocido Libro Guiness) al cultivarse una albahaca de 2,59 m de talla, que ha sido superado en 2009, al criarse un ejemplar de 2,71 m. Podéis ver las noticias en páginas como las siguientes:
http://www.betera.es/beteraPortal/RecursosWeb/PAGINA/1/0_323_1.html
http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=80767
http://www.20minutos.es/noticia/498513/0/betera/record/albahaca
http://www.lasprovincias.es/valencia/20070814/ocio/albahaca-centimetros-betera_200708141703.html
http://www.lasprovincias.es/valencia/pg060808/prensa/noticias/Ediciones/200608/08/VAL-EDC-027.html

Palmeras en peligro


Ejemplar adulto de picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) de unos 5 cm de talla, capturado en Valencia. ©E. Laguna, 03.05.2009

Aunque las palmeras belalcazareñas no muestran aún síntomas de problemas fitosanitarios, conviene estar alerta en los próximos meses, sobre todo cara a la primavera de 2010 y años sucesivos, ya que antes o después recibirán la visita de una plaga implacable. El escarabajo Rhynchophorus ferrugineus -conocido como ‘picudo rojo’-, cuya entrada en España se detectó hace pocos años, está causando estragos en las palmeras de hojas pinnadas -con los foliolos dispuestos en forma de peine, como ocurre con las diferentes especies de datileras-, habéndose extendido a bastante velocidad en la zona litoral mediterránea y entrando por los valles de los grandes ríos. Se calcula que en muy pocos años sus adultos habrán alcanzado todos los rincones de España donde se cultivan este tipo de árboles, entre los que muestra especial prioridad por la palmera canaria (Phoenix canariensis), que es la que domina la Plaza de la Constitución -para los zorrunos simplemente ‘la plaza’-, donde se ubican el Ayuntamiento y la Iglesia de Santiago el Mayor de Belalcázar; dentro de esta especie de palmera, atacan en una primera fase preferentemente a los pies masculinos, en los que pueden causar la muerte de los árboles en apenas 1 o 2 años. Progresivamente el porte de las plantas decae, el manojo central de nuevas hojas -ya sea primaveral u otoñal- no aparece -o éstas se presentan muy empequeñecidas-, y en pocos meses toda la parte verde de la planta se seca, muerta sobre el tronco columnar de la palmera, y sin posibilidad de reverdecer el árbol.

Base de hojas cortadas de palmera canaria (Phoenix canariensis) en una fase inicial de ataque del picudo rojo, en la que se observan las heridas (en forma de agujero) de las zonas de acceso de los ejemplares, cuando las larvas abandonan el tronco para formar las pupas. ©E. Laguna, Valencia, 25.04.2009

En Belalcázar, como en el resto de Los Pedroches, la principal especie sensible es la citada datilera canaria, seguida de la común (Phoenix dactylifera). El picudo no parece sentirse atraido por otras especies ornamentales de palmeras (Washingtonia, Trachycarpos, etc.), aunque no puede descartarse que recurra a intentar atacarlas en caso de ausencia de otros huéspedes. El picudo rojo es un escarabajo de gran tamaño cuya larva, de unos 5 cm, horada el tronco de la palmera por su zona superior buscando tejidos blandos, que encuentra sobre todo en la médula central y en el único ápice de crecimiento del árbol, que destruye en su totalidad matando a la planta. Consume también el nervio central en la base de la hoja, lo que a veces permite una detección temprana de la plaga durante las podas que se hacen a los árboles, al encontrarse las heridas que provocan las larvas al salir del interior del tronco para formar las pupas o crisálidas. La lucha contra la plaga, dada su fuerte agresividad, sólo puede hacerse hasta el momento por métodos químicos. Los expertos recomiendan podar regularmente las hojas de la parte media y baja del capitel que corona el tronco de la palmera, ya que al hacerlo pueden detectarse las galerías características que dejan las larvas del picudo. Desgraciadamente estas podas restan valor estético a las palmeras, al privarlas de las hojas inferiores, a menudo más grandes y esbeltas, de porte más arqueado; sin embargo, esta actuación preventiva resulta recomendable, cuando no necesaria.
Podéis encontrar más información, entre otras, en las siguientes páginas web:

Ejemplares de palmera canaria (Phoenix canariensis) en la Plaza de la Constitución, flanqueando el acceso al Ayuntamiento de Belalcázar. ©E. Laguna, 09.08.2009

La asociación ‘Amigos de Belalcázar’ ya tiene sede

La asociación ‘Amigos de Belalcázar Villa de Monumentos’ ha visto satisfecha este verano una de sus reivindicaciones más importantes: una sede que sirva de punto de reunión de los socios y centro de información de la entidad. El Ayuntamiento belalcazareño, presidido por D. Antonio Vigara Copé, ha prestado a la asociación un local en la Casa de la Cultura y Hogar del Pensionista de Belalcázar. Además, Cajasur ha donado mobiliario y material de oficina para dicho local, lo que ha facilitado que la sede pudiera estar operativa ya este mismo verano.


Fachada y veleta de la Casa de la Cultura y Hogar del Pensionista de Belalcázar. ©E. Laguna, 09.08.2009

Al local se accede por el patio de la Casa de la Cultura, donde de paso los interesados en las plantas pueden ver de paso varios de los escasos ejemplares locales de naranjo amargo (Citrus aurantium), especie que a pesar de ser una más populares de la jardinería tradicional cordobesa resiste mal el clima belalcazareño, de clara influencia continental. A los aficionados al medio natural conviene recordarles además la singularidad de la veleta de la Casa de la Cultura, donde figuran un conejo y un lince –especie de la que más de un lugareño cree que aún quedan ejemplares en la zona oriental del término-.

Interior del local facilitado a la asociación por el Ayuntamiento de Belalcázar, con parte del mobiliario donado por Cajasur. ©E. Laguna, 09.08.2009

Desde aquí queremos expresar nuestra enhorabuena a la asociación, y el agradecimiento a las entidades ya citadas. Aprovechamos de paso para recordaros que la página web de ‘Amigos de Belalcázar Villa de Monumentos’ está accesible en la dirección


Uno de los ejemplaresde naranjo amargo (Citrus aurantium) del patio de la Casa de la Cultura. ©E. Laguna, 09.08.2009

2009/08/26

Cuestión de equilibrio

Huevos de crisopa sobre el cáliz de Teucrium scorodonia. Arroyo de la Tejera, Santa Eufemia, 08.08.2009, ©E. Laguna

El aumento de la macrofotografía nos permite ver imágenes inhabituales, como las curiosas puestas de las crisopas, insectos del grupo de los neurópteros cuyos adultos recuerdan a pequeña escala a las libélulas pero suelen ser pequeñas, verdosas y de vuelo mucho menos esbelto, a menudo crepuscular o nocturno. La que véis en la imagen hace equilibrio sobre el cáliz fructificado de una escorodonia, germandrina o camedrio de bosque (Teucrium scorodonia), hierba aromática de óptimo atlántico, que alcanza enclaves forestales umbrosos de Los Pedroches, como los alcornocales del Arroyo de la Tejera en Santa Eufemia. Es probable que la puesta puede corresponder a la especie Chrysoperla carnea o alguna especie muy cercana, comunes de Andalucía. Las larvas de este tipo de crisopas son activos depredadores de los pulgones, por lo que están consideradas especialmente útiles para la agricultura.