Nueces verdes de nogal (Juglans regia) 18.05.2006, ©E. Laguna
Hablando de remedios y otros preparados sanjuaneros, no olvidéis que en Levante ibérico, desde Albacete y Murcia hasta Gerona, y continuando por el sur de Francia hasta Provenza, aún se mantiene en algunos pueblos la tradición de hacer el 'vino de San Juan' o vino de nueces. Por si habéis olvidado la receta, os la recordamos desde el blog.Por cada litro de vino harán falta 9 nueces, que según la tradición han de cogerse la noche de San Juan (aunque eso solo es recomendable en años de primaveras muy frías, o en zonas de montaña; de lo contrario, para esa fecha están ya demasiado duras para trocear). Las nueces se trocean -si se puede en porciones menudas- y se dejan macerar en el vino durante 40 días; conviene hacerlo en tarros de cristal o vasijas cerámicas tradicionales, guardándolas en un rincón seco y oscuro. Pasados los 40 días, el litro de vino se filtra desechando las nueces, y se le añade en torno a 1/4 de kilo de azúcar, y 1/4 de litro de anís o coñac; se aconseja el anís seco, ya que la bebida alcanza suficiente dulzor con el azúcar. El líquido resultante se embotella y se deja reposar, de nuevo en sitio seco y oscuro, durante al menos 3 meses -o sea, que estará perfecto para degustar hacia Navidad-.
Puestos a rascarse el bolsillo es mejor hacerlo con el licor que con el vino; para éste último, se aconsejan caldos 'fuertes', vinos tradicionales de cooperativa o de bodega casera. En el proceso es importante observar cada pocos días el vino durante la maceración, eliminando los trozos de nueces que queden flotando; si son trozos gruesos, pueden fragmentarse en otros más pequeños, que normalmente se hundirán. Si se dejan trozos flotando o no se trocean las nueces, se corre el riesgo -sobre todo si la nuez está aún demasiado verde- de que se produzca la fermentación del almidón del fruto, dando lugar a acetona -se notará enseguida por el olor a laca de uñas, obligando a tirar el vino-.
Ya comentaréis en el blog cómo os ha funcionado la experiencia vinícola. El sabor recuerda mucho a los antiguos vinos especiados de quina, ideales para aperitivo o mejor para postre, sirviéndolo frío.