2007/01/30

Por San Antón, a partir el piñón

El pino piñonero (Pinus pinea) puede considerarse en gran parte del territorio ibérico -en especial en el interior- como un arqueófito, es decir, una especie no nativa pero de introducción antigua, atribuida en este caso habitualmente a los romanos. En Belalcázar, además de en otros eventos, platos, etc., ha sido tradicional comerlos en la celebración de San Antón, cuando era frecuente ver a cientos de paisanos con la 'partiera' o en su defecto con un buen pedrusco en la mano, golpeando los piñones sobre el brocal que rodea el patio de la ermita dedicada al santo. El piñonero es un árbol más frecuente en Belalcázar en las últimas décadas, tras su plantación en el paraje de 'Los Pinos' -en el Monte Malagón-, pero con antelación era raro ver algún ejemplar suelto, como el que pueden localizar los romeros cerca del camino a pie de la Virgen de la Alcantarilla, entre el paso del Zújar y la parada de Las Lastras. Entonces la mayoría de piñones se traían de fuera, aunque no hacía falta ir muy lejos, dada la relativa abundancia del árbol en el cercano término de Cabeza del Buey u otros de la Serena, en algunos enclaves de las sierras de Santa Eufemia, o como muy lejos en los montes de Villaharta (o si se prefiere Villarta, que es como acaba pronunciándose) y Cerro Muriano. Nos quedan aún los dulces con piñones del Monasterio de Santa Clara, pero el típico turrón de piñones de los puestos de los turroneros castoreños en la Feria, la Alcantarilla y otras festividades zorrunas, ha pasado ya casi a la lista roja de delicias en peligro de extinción.