Campanilla de otoño (Acis
autumnalis = Leucojum autumnale; Belalcázar, 11.2018) y azafrán de monte (Crocus salzmannii; Cazorla, Jaén,
10.2012)
Se acaba ya el otoño, y con él desaparecen definitivamente las flores
de algunas especies, que prefieren esta época para ofrecerlas a los insectos
polinizadores. En diversas entregas del blog iremos incluyendo en los próximos
días algunas de estas especies, con comentarios breves y algunas fotografías.
Junquillo de otoño (Narcissus
serotinus), cerca del río Guadamatilla en Belalcázar, 11.2018.
Estas especies pueden pasar desapercibidas en algunos casos si aparecen
aisladas, pero normalmente crecen de modo gregario, formando colonias que donde
la mayoría de plantas florecen de modo simultáneo, dando lugar a alfombras de
colores bien visibles en la distancia. Como avance de los datos que se pasarán
en las próximas entradas del blog, podéis ver el caso del narciso de otoño
(Narcissus serotinus), que ha formado tapices relativamente extensos por el
monte Malagón, inmediaciones del Guadamatilla, etc.
Ceborrancha (Urginea maritima); arriba, en su aspecto primaveral, cuando tiene
hojas pero no flores. Belalcázar, 04.2009. Abajo, extremo de la rama floral, de plantas cultivadas (Valencia, 09.2015).
Muchas bulbosas, tanto de otoño como de floración primaveral, se
consideran plantas parcialmente pirófitas, cuyas semillas germinan con más
facilidad tras el paso del fuego, que además activa notablemente el crecimiento
y floración de los ejemplares que ya estaban en ese sitio, al facilitarles un
aporte de cenizas muy ricas en minerales como el fósforo, que raramente alcanza
concentraciones naturales tan elevadas como las que se dan tras el paso del
fuego. En los sitios que han sufrido repetidos incendios y a su vez han sido
pastoreados, abundan especialmente las ceborranchas (Urginea maritima), plantas que el ganado respeta por su toxicidad.
Esparraguera común o triguera (Asparagus
acutifolius) en flor, 08.2011 y 08.2013.
Aunque hablaremos de las bulbosas, excluiremos a plantas como las
esparragueras, zarzaparrillas, ruscos, etc., que posean órganos subterráneos, pero
que poseen siempre tallos verdes sobre el suelo a lo largo del año. Muchas de
esas especies, y en particular la esparraguera común o triguera, florecen
copiosamente desde mediados del verano y a lo largo del otoño, emitiendo además
sus flores un perfume característico y agradable.