Narciso de otoño (Narcissus serotinus). Belalcázar, 11.2018.
Una de las especies otoñales más llamativas de los campos
belalcazareños es sin duda el junquillo de otoño, Narcissus serotinus. A diferencia de la mayoría de narcisos, que
florecen en el invierno –por ejemplo el junquillo de olor o de huerta, N. tazetta- o en primavera –p. ej., el
junquillo común de río, N. jonquilla-,
N. serotinus lo hace en el primer
tercio del otoño, llegando a teñir de blanco grandes rodales allá donde
aparece, sobre todo en posíos y prados no demasiado secos.
La flor del junquillo de otoño es parecida a la del junquillo de olor,
pero sus tépalos son más estrechos y pequeños, y la corona que ocupa el centro
de la flor es muy pequeña y apenas sobresale, presentando un color amarillo
débil. Posee un aroma poco perceptible aunque agradable.
La especie Narcissus serotinus tiene una amplia distribución alrededor del Mediterráneo y es probable que las formas que se dan en su zona oriental correspondan a otras variedades y subespecies, aún en estudio. Curiosamente, en aquel otro extremo del Mare Nostrum convive con las mismas especies que en Belalcázar, como podréis ver en la foto inferior, tomada en la isla de Elafonissi, en el extremo sudoccidental de la isla de Creta (Grecia).
Narcissus serotinus, con las flores aún cerradas, conviviendo con el jacinto de otoño (Scilla autumnalis, en flor) y la ceborrancha (Urginea maritima, emitiendo las primera hojas) en Elafonissi, Creta, 11.2005.