A pesar de que nuestro pueblo ha dado a la historia casi exclusivamente gentes de armas, letras o altares, existe algún caso ‘disidente’ de celebridades dedicadas a la ciencia, destacando entre ellos el de Tomás Murillo-Velarde y Jurado; nacido en Belalcázar hacia 1610, fue médico de Felipe IV y Carlos II, e impartió conocimientos de botánica y medicina como catedrático en la Universidad de Granada. Una de sus obras más célebres, conocido entre los estudiosos españoles como ‘Tratado de raras y peregrinas hierbas’ (título resumido, ya que el verdadero original es muy extenso), dedica parte de su contenido a explicar la diferencia entre lo que en aquella época se conocía como ‘abrótanos’ u ‘obrótanos’, y los ‘besphthalmos’ o ‘buphthalmos’. Los primeros incluyen a diversas especies aromáticas de géneros Artemisia y Santolina, mientras los segundos corresponden a lo que en la ciencia botánica previa al sistema de nombres científicos de Linneo -establecido a mediados del XVIII- se conocía como Buphthalmum. Linneo respetó dicho nombre, que es una latinización de otro similar griego; traducidos a la fonética castellana, diríamos que la palabra se divide en ‘bu’ (buey) y ‘oftalmos’ (ojo), de donde deriva el fitónimo tradicionalmente dado por los farmacéuticos medievales, ‘ojo de buey’, que acabó siendo el nombre vulgar actual de este grupo de plantas. Los ‘ojos de buey’ agrupan a plantas hoy en día adscritas al género Asteriscus (por el aspecto estrellado de sus capítulos florales), aunque una de ellas, la más abundante (Asteriscus spinosus) suele incluirse en un género independiente, Pallenis (como Pallenis spinosa). Algunos botánicos adscribieron al mismo género plantas de inflorescencias parecidas, que hoy en día reconocemos como miembros de otros géneros, en particular Inula o Pulicaria.
Ejemplares de ojo de buey común, de apenas 2 a 3 cm de talla, cerca de la Cruz de Palo, en Belalcázar. © E. Laguna, 23.04.2011
En su ‘Tratado de raras y peregrinas hierbas’, Murillo-Velarde comentó especies de distribución relativamente amplia, que muy probablemente conocía ya desde su infancia en Belalcázar. Así, y aunque sus obras escritas se redactaron fundamentalmente en Madrid y Granada, ninguna de ambas tierras alberga a la mandrágora hembra (Mandragora autumnalis), planta que a cambio sí que existe en Belalcázar. No ocurre así con sus ‘ojos de buey’, ya que las especies españolas están ampliamente extendidas, y en particular las propias de tierras interiores, representadas por dos plantas presentes en Belalcázar y otros términos cercanos de los Pedroches, La Serena y el Valle de Alcudia. Se trata de Pallenis spinosa y Asteriscus aquaticus.
Imagen de la inflorescencia de Asteriscus aquaticus. © E. Laguna, Belalcázar, 24.04.2011
El ojo de buey menor o común (Asteriscus aquaticus) no es muy frecuente aunque aparece a veces algo abundante en rodales por Belalcázar. A pesar de su nombre no es en absoluto una planta palustre o colonizadora de arroyos, sino que suele crecer en pastizales de baja talla y claros del matorral. Aunque en otras zonas puede alcanzar tallas más notables, ramificándose y superando los 30 cm, en Belalcázar suele crecer como una planta diminuta que pasaría desapercibida si no fuera por su llamativa floración.
Aspecto general del ojo de buey espinoso (Pallenis spinosa). © E. Laguna, 06.2008
La otra especie, el ojo de buey espinoso (Pallenis spinosa) es aparentemente más frecuente, y parece estar incluso en expansión en bordes de carreteras y caminos, colonizando a menudo suelos duros o compactados donde otras plantas tienen dificultad para crecer. Su aspecto difiere del ya indicado para A. aquaticus salvo en el capítulo floral. Pallenis spinosa suele ser planta más elevadas, de ramas casi verticales, con una roseta densa de hojas en la base y otras más alargadas a lo largo del tallo, sobre todo en los sitios donde se ramifica; las hojuelas externas que rodean al capítulo floral acaban en fuertes espinas, que confieren el nombre científico a la planta. Las flores de P. spinosa pueden variar del amarillo fuerte o algo anaranjado al pálido o blanco-amarillento, mientras en Asteriscus aquaticus son normalmente de color amarillo intenso. En Belalcázar Pallenis spinosa crece más frecuentemente en suelos pizarrosos, por la zona occidental (p.ej. por los Malagones, en las cunetas de la carretera que va hacia la Estación de Belalcázar), mientras A. aquaticus parece preferir sustratos derivados de calizas, o bien terrenos ricos en arcillas pero dentro del sector granítico centro-oriental del término municipal. Estas preferencias no son necesariamente exportables a otros municipios, ya que ambas especies pueden colonizar hábitats coincidentes.
Capítulo floral de Pallenis spinosa. © E. Laguna, 05.2008