2012/01/08

Se acaba la Navidad .... y sus plantas (1)



Rama fructificada de tejo (Taxus baccata) © E. Laguna, 01.09.2000, Praga (República Checa)

Las plantas forman parte prácticamente de todas las ceremonias conocidas en el ser humano, en las que llegan a adquirir un papel relevante. Un excelente ejemplo lo constituyen las fiestas que ahora finalizan, que en buena parte se identifican con la imagen de algunas especies vegetales. Destacan particularmente las que muestran fuertes contrastes entre tonos verdes y rojizos, lo que probablemente deriva de antiguas tradiciones paneuropeas como las del culto al tejo, el árbol sagrado de los celtas, cuyas ramas invernales fructificadas se exhibían en ocasiones en la entrada de las casas para alejar los malos espíritus.  El tejo (Taxus baccata), árbol que pude superar los 2000 años de edad, es planta nativa de la península Ibérica, donde abunda en la fachada atlántica y zonas umbrosas de la mitad septentrional septentrional, enrareciéndose en la parte de influencia mediterránea, en la que ha quedado relegado a las umbrías frescas de las montañas más elevadas; su uso como planta navideña ha desaparecido con el tiempo, tanto por la rareza de la especie como probablemente por su fuerte toxicidad. Esta misma toxicidad es en parte fuente de su actual interés farmacéutico, ya que de esta especie y otras del mismo género se extrae el taxol, unos de los principales productos anticancerígenos. 


Arriba.: Rama de pino albar (Pinus sylvestris) portando un ejemplar de muérdago (Viscum album subsp. austriacum), 09.2009; Abajo: frutos del muérdago, 24.12.2009 . © E. Laguna, Morella (Castellón)


Con usos parecidos a los del tejo, pero de colores totalmente distintos, se ha venido utilizando el muérdago (Viscum album), planta parásita de numerosas especies de árboles en toda Europa. En las zonas de clima mediterráneo abunda más la subespecie austriacum, el muérdago de las coníferas, que hasta hace pocas décadas vivía solo en los pinares de alta montaña pero que progresivamente invade zonas de menor altitud. Como ya habréis intuido ‘Viscum’ se relaciona con el apelativo ‘viscoso’; el muérdago crece sobre las ramas de otras especies, a las que llega a matar al alimentarse de su savia, y sus pequeños frutos blancos son extremadamente pegajosos al tacto; cuando los zorzales y otras aves frugívoras intentan alimentarse de estos frutos, a menudo se les quedan pegados al pico o al plumaje, y han de deshacerse de ellos restregando las partes afectadas contra la corteza de otros árboles, donde quedan adheridas las semillas. Una de nuestras especies de tordos, el zorzal charlo, se denomina en latín Turdus viscivorus -o sea, tordo que se alimenta del muérdago-, dado que a menudo recurre a los frutos de esta planta como fuente alimenticia. El muérdago era planta mágica para los druidas de la Galia prerromana –tema como sabéis aludido en los cómics de Astérix, a quien Panorámix enviaba frecuentemente a recolectar la planta-, aunque  la forma que crece en los bosques de frondosas es la subsp. album, mucho más rara que la subsp. austriacum. Curiosamente, como el tejo, el muérdago es en la actualidad una de las principales fuentes de principios activos en la producción de fármacos para combatir diversos tipos de cánceres.