2012/04/07

La cicuta en flor

Como sabéis la cicuta es una planta que pasó a la historia por facilitar la muerte a Sócrates en torno al año 399 a.C., y quizá (no se sabe a ciencia cierta) el suicidio al cordobés Séneca, allá por el año 65 de nuestra era. A pesar de la toxicidad de sus extractos, no suele se peligrosa por contacto, y de hecho es una especie relativamente habitual en nuestros arroyos y cunetas húmedas, que no produce daño mientras no se consuma; tampoco se le suelen atribuir daños al ganado, probablemente porque los animales evitan alimentarse de la planta. Pertenece a la familia de las Umbelíferas o Apiáceas, caracterizadas por poseer inflorescencias aparasoladas ('umbelas'); la mayoría de especies de esta familia son parcial o totalmente tóxicas, aunque en algunas de ellas -como el apio, la zanahoria, la chirivía, el eneldo, el cilantro, el anís o el hinojo- las partes que consumimos poseen cantidades mínimas o nulas de sustancias venenosas; también conviene recordar que los venenos suaves, o los fuertes pero en concentraciones pequeñas, son a la vez sustancias con poderes curativos, por lo que muchas umbelíferas se han usado tradicionalmente como plantas medicinales, y otras son objeto de cultivo para la extracción de principios activos farmacéuticos. 

Aspecto externo de la cicuta (Conium maculatum), que puede dar a confusión con otras especies si no se examina el dibujo de sus tallos.

La mayoría de las umbelíferas son de floración relativamente tardía, centrada sobre todo en mayo o junio, aunque algunas como la cicuta son más tempraneras y ya empiezan a florecer apenas comenzado abril. El nombre en latín de la cicuta es Conium maculatum, y hace mención a las máculas o manchas que jalonan el tallo, y que permiten diferenciarla con relativa facilidad de la mayoría de especies de su misma familia, muy parecidas entre sí. Se dice que Séneca resistió a la cicuta que le recetó su médico personal como medio para el suicidio, sabedor de que sería torturado hasta la muerte por el cruel emperador Nerón, y que como alternativa decidió morir por el efecto de los vahos calientes mientras tomaba un baño, sabedor de que su asma crónico no resistiría el vapor del agua; los botánicos no creemos que fuera tal su resistencia, y más bien, ante la facilidad de confusión con otras cercanas, sospechamos lo que le procuraron sus sirvientes como veneno pudo ser un extracto de cualquier planta parecida, ya fueran apios de río, férulas o zanahorias silvestres. Desde luego, de haber consumido la verdadera cicuta no hubiera tenido que recurrir al remedio que finalmente eligió para su suicidio.

Tallos maculados de la cicuta, con sus típicas manchas rojizas dispuestas desordenadamente sin acabar de formar estrías en sentido vertical.