2016/04/27

Plantas acompasadas con el descenso de las aguas

Al avanzar la primavera, si se consolida la falta de lluvias se produce un curioso fenómeno, consistente en el alineamiento de comunidades vegetales de plantas herbáceas en las riberas, sobre todo allá donde los cauces se ensanchan y tienen pendientes suaves bordeándolos. Aunque esas comunidades pueden variar cada año, un buen ejemplo nos lo da la zonación -disposición ordenada de las formaciones vegetales- que podía observarse este año en la Estación de Belalcázar, donde el descenso progresivo de las aguas en la cola del embalse del Zújar ha hecho que afloren tempranamente agrupaciones homogéneas de plantas. 

Detalle del pastizal dominado por el trébol de los posíos, Trifolium subterraneum.

Las plantas del cinturón más externo, algo alejado del agua, correspondían a las propias de prados relativamente frescos, con dominancia extensiva de diversas especies de tréboles (género Trifolium) y mielgas (género Medicago). De ellos, el más frecuente en esa zona es sin duda el trébol de los posíos, Trifolium subterraneum, que debe su nombre a que produce frutos enterrados o semienterrados que crecen bajo la capa de hojas. Ésta es, con diferencia, una de las especies más apetecidas por el ganado ovino. Dado que crece formando un césped continuo de muy poca altura, sólo los brotes superiores llegan al diente de la oveja, con lo que la mayoría de flores se salvan de la siega por el ganado.  

Detalle de las flores de Trifolium subterraneum.

Más cerca del agua, ya donde el terreno está aún  algo húmedo por haber estado inundado hasta pocos días antes, se da una comunidad dominada por la siempreviva de la especie Gnaphalium luteo-album, propia de arroyos y fuentes. 

 
Pastizal dominado por la especie Gnaphalium luteo-album.

Esta especie posee tallos y hojas cubiertas de denso tomento o vellosidad blanca, que transfieren su color al paisaje allá donde dominan sobre otras plantas. Vista de cerca, destaca el aspecto papiráceo -de textura parecida a la del papel- de la brácteas de las flores, que permanecen sin apenas variarcon el tiempo si se cortan y secan. No obstante, y a diferencia de otras 'siemprevivas', no suelen recolectarse por la escasa rigidez de los tallos, que se doblan al secarse. 

Detalle de la rama floral y capítulos de flores con brácteas papiráceas de Gnaphalium luteo-album.

Por último, ya junto al agua, sobre el sustrato casi constantemente húmedo, podemos encontrar una curiosa formación dominada por la hepática Riccia tomentosa. Las hepáticas son criptógamas, plantas sin flores ni estructuras similares, que están estrechamente emparentadas -a pesar de su diferente aspecto- con los musgos, con los que forman el grupo botánico de los Briófitos. Los ejemplares de R. tomentosa disponen su talos o falsos tallos aplanados formando círculos, que a su vez se separan entre sí para no competir en exceso por el agua del entorno. El resultado es un suelo lleno de pequeñas plantas de esta especie dispersas, formando dibujos moteados sobre el paisaje en miniatura del lodo de las riberas, allá donde la inundación regular impide que se asienten las plantas palustres de mayor talla. Abajo podéis ver esta particular comunidad vegetal, y fotografías de mayor detalle de Riccia tomentosa, planta que debe su nombre al tomento a modo de fieltro que cubre sus talos.