Plataforma artificial de nidificación no ocupada en 2016, en el Monasterio de Santa Clara de la Columna de Belalcázar.
Quienes se hayan parado a observar -y más aún a contar- las cigüeñas comunes o blancas (Ciconia ciconia) que nidifican cada año en Belalcázar, quizá tenga la impresión de que en esta primavera de 2016 han llegado menos de las previstas. La sensación proviene con seguridad de la ausencia o escasez de nidos en algunos sitios donde tradicionalmente anidaban en mayor densidad, como la iglesia de Santiago el Mayor. En general, las cigüeñas parecen preferir no nidificar en las plataformas que se instalaron años atrás para sustituir sus nidos tradicionales, que amenazaban con causar daños de difícil reparación en algunos de los edificios más emblemáticos de la población.
Ejemplares muertos de eucaliptos en la Estación de Belalcázar, con abundantes nidos de cigüeñas.
La realidad es que el número de nidos probablemente debe ser similar al de otros años, o con escasas fluctuaciones. Lo que se observa desplazándose a zonas cercanas es el crecimiento que en estos últimos años han experimentado las colonizas instaladas sobre grandes árboles -en especial sobre ejemplares muertos de eucaliptos (Eucalyptus camaldulensis)- junto a ríos y embalses, como el de Doña Rosa Montero o el de la Estación de Belalcázar -ya en término de El Viso, aunque obviamente las cigüeñas entienden poco de límites administrativos. Además, los nidos situados fuera del casco urbano por parejas aisladas, como el del humilladero de Las Lastras, continúan anidando cada año con regularidad.
Nidos de cigüeñas en Las Lastras y en uno de los postes de conducciones eléctricas junto a la Estación de Belalcázar.