Para el viajero que viene desde Extremadura por la carretera
A-422, la llegada al casco urbano de Belalcázar la anuncia un cartel viario –como
siempre sin acento en la segunda A de Belalcázar, a pesar de que en castellano
es obligatorio en los nombres escritos en mayúsculas-, tras el que se erguía
hasta hace poco un frondoso ejemplar de pino piñonero.
El árbol está muerto
hace algún tiempo, y como ocurre en la mayoría de especies
de pinos, no tiene opciones de rebrote. No estaría de más sustituirlo por otro
ejemplar, de la misma especie o si se desea de otra, pero con mejor aspecto
para dar la bienvenida al viejero que nos visite. De paso puede ponerse por
supuesto la tilde al nombre del pueblo, lo reclama a gritos hace muchos años.