2014/08/20

La hierba de las cunetas



Matas de Dittrichia graveolens, al pie de uno de los mojones que rodean el entorno de la antigua caseta de peones camineros, a la salida de Belalcázar por le carretera A-422 hacia Cabeza del Buey.
 
En alguna ocasión han enviado al blog preguntas sobre la hierba de las cunetas que sale a finales del verano por las carreteras que llegan a Belalcázar. Lleva muchas décadas con nosotros pero parece estar en expansión, y cada año se hace más abundante.

Aspecto de matas jóvenes (izq.) y del extremo de un tallo ya florecidos (der.) de D. graveolens 


Se trata de la especie Dittrichia graveolens, de la familia de las Compuestas o Asteráceas, y es pariente próximo de la olivarda (D. viscosa), de costumbres parecidas pero de presencia más reciente en nuestra zona y con mayor talla y vistosidad. Al ser menor la D. graveolens se la suele denominar 'olivardilla', aunque también está afianzado el nombre 'yerba pulguera', ya que como otras plantas parecidas de olor fuerte y algo desagradable, se usaba para prevenir las presencias de las pulgas y otros parásitos. El olor se desprende de los compuestos almacenados en glándulas y pelos dispuestos sobre las hojas y el tallo, que le confieren además un tacto viscoso, adhiriéndose fácilmente a la piel cuando se toca la planta. 

Como ocurre con la tradicional yerba pulguera belalcazareña, la 'matarrabias' (Pulicaria hispanica), la olivardilla también se ha usado en el pasado para fabricar escobas domésticas, que unían dos características adicionales al arte de barrer; de un lado, al mantenerse durante algún tiempo la adhesividad de sus hojas y tallos, permitían capturar parte de la suciedad que se quería eliminar en el suelo, siendo especialmente útiles en rincones, suelos de bolillos y otros lugares poco accesibles para las escobas de otros materiales (palmiche, tamujo, alijonjera, etc.); de otro, al dispersar su esencia ayudaban a desinsectar las viviendas, ahuyentando a chinches y pulgas.


Cabezuelas florales de la olivardilla, donde pueden apreciarse los pelos glandulares que le confieren aspecto viscoso al tacto, y que desprenden el característico olor de la planta.

La olivardilla es planta anual y florece desde finales del verano hasta bien entrado el otoño, dispersando sus semillas en los meses ventosos del invierno. No suele sobrepasar los 50 o 60 cm de talla, y además de en las cunetas de carreteras no es raro verlas, cada vez más, como planta colonizadora de los barbechos estivales que aún no se hayan labrado.