Por Belalcázar llamábamos siempre 'malagones' a los pizarrales, esos terrenos donde las pizarras acaban por dominar totalmente el paisaje. Los clásicos son los malagones negros, de pizarras bituminosas, aunque también los hay más rojizos, donde de paso suelen abundar los derrubios o coladas de lajas, los 'canchales' propiamente dichos. La mayoría son terrenos del Silúrico y el Ordovícico, aunque en algunos tramos se remontan al Cámbrico, compartiendo a veces el terreno con grandes vetas de calizas negras. Hay quien llama a estas pedrizas 'lanchales', pero ya sabéis que las 'lanchas' son más bien los grandes afloramientos horizontales de rocas, sobre todo las de granitos (o sea, como los berroques o pedroches, pero cuando aún no asoman mucho del terreno o cuando la erosión los ha dejado como la palma de la mano).
Canchales incipientes en los taludes recientes de la carretera de Belalcázar a Cabeza del Buey. 09.08.2013.
Por Los Pedroches, La Serena y el Valle de Alcudia abundan los canchales, y algunos de ellos son realmente espectaculares, quizá llevan miles de años en los mismos sitios porque el espesor del estrato de lajas impide que la vegetación leñosa llegue a instalarse sobre ellos. Entre los más cercanos a Belalcázar se encuentran los de la umbría de la Sierra del Oro, cerca de Puerto Hurraco; aunque se la llama también Sierra de Puerto Hurraco, sus terrenos corresponden realmente a Zalamea y Monterrubio de la Serena. Los encinares siguen sin atreverse a dar el paso para adueñarse de estos canchales, a pesar de tenerlos rodeados, y de que algunos son tan cóncavos que casi recordarían pequeños circos glaciares.
Canchales de la Sierra del Oro o de Puerto Hurraco, rodeados de encinares. 20.08.2013.
Estas pedrizas, como los taludes rocosos de las carreteras cercanas, son hogar de unas cuantas especies singulares de plantas, de las que ya hemos hablado en más de una ocasión, como ocurre con la boca de dragón (Antirrhinum graniticum), el clavelillo de pastor (Dianthus lusitanus y D. crassipes), la bracera cordobesa (Centaurea cordubensis), la escrofularia de roca (Scrophularia oxyrhincha) o las diversas especies de dedaleras (Digitalis thapsi y D. mariana en sentido amplio), todas ellas endémicas -exclusivas- de la península, y en algunos casos con óptimo de distribución mundial en este sector de Sierra Morena. Este
hábitat de pedrizas no es el hogar perfecto para ninguna de esas especies, que
prefieren más bien las repisas rocosas de pizarras, cuarcitas o
granitos, pero no es raro ver pies sueltos de todas ellas, sobre todo
cuando las laderas se orientan a umbría; en el caso de la escrofularia,
más exigente en humedad y sombreo, es más fácil verla al pie de
roquedos que se yerguen entre los canchales, siempre en las posiciones
más recogidas.
Antirrhinum graniticum, ejemplar cultivado en el Jardín Botánico de Valencia. 06.2011.
Izq.: Dedalera mayor o pegajosa (Digitalis thapsi), endémica del sector centro-occidental ibérico, frecuente sobre todo en nuestra zona sobre granitos pero también observable en pizarras masivas. Belalcázar. 04.2000. Der.: Dedalera blanca, Digitalis mariana subsp. heywoodii, exclusiva del tramo central de Sierra Morena, con óptimo cordobés septentrional. Fuente La Lancha, 05.2000.
Centaurea cordubensis, endemismo del tramo central de Sierra Morena, con óptimo de distribución en Los Pedroches y comarcas colindantes. Belalcázar, Monte Malagón, 08.2012.
Dianthus crassipes, endemismo del área central de Sierra Morena. Alcaracejos, caídas del río Cuzna, 08.2010
Dianthus lusitanus, endemismo de amplia distribución luso-extremadurense, en el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica. Izq.: Cabeza del Buey, Sierra de Tiros, 07.2007; Der.: Belalcázar, Monte Malagón, 08.2007.
Scrophularia oxyrhincha, especie endémica exclusiva de La Serena y comarcas colindantes. Sierra de Chillón (Ciudad Real), 04.2000.