Como ya hemos indicado en alguna entrada de años anteriores, si alguna planta silvestre se gana el título de especie más
engalanada del verano en los paisajes belalcazareños, esa es sin duda la adelfa
(Nerium oleander), que acompañada
habitualmente del tamujo (Flueggea
tinctoria) orla la mayoría de nuestros arroyos y las riberas de los ríos.
La adelfa pertenece a una familia de origen tropical, las Apocináceas, donde
también se incluye actualmente otra familia botánica de la misma distribución antes considerada independiente,
las Asclepiadáceas. La mayoría de parientes más cercanos de nuestras adelfas
viven en la zona ecuatorial y áreas cercanas del continente africano, aunque la suma de Apocináceas y Asclepiadáceas se extiende sobre todo a través de África, América y Asia.
Adelfares en el arroyo Caganchas de Belalcázar, entre el
cerro de la Penitencia y el del Castillo. 09.08.2013
Las adelfas silvestres suelen tener las flores simples y de
color rosado, aunque se conocen localmente poblaciones con dominancia del color
blanco, Las formas ornamentales son mucho más variadas, con flores rosadas,
rojas, blancas, marfileñas o asalmonadas, y con cultívares de flor doble,
incluyendo algunas fragantes, con desarrollo excepcional de los nectarios.
Adelfa en plena floración, en la ribera del Guadamatilla. 07.08.2013.
Las plantas de la familia de la adelfa suelen emitir frutos
rígidos por pares o aislados, con forma de cuerno, que se abren en varias valvas dejando
escapar las semillas, usualmente prolongadas en un plumero de pelos o ‘vilano’ que
favorece que se dispersen a larga distancia. Excepcionalmente, las adelfas
pueden llegar a dispersarse de modo natural por esquejes o mediante la
traslocación de plantas enteras, arrastradas por las corrientes en las grandes
avenidas fluviales.
Ejemplar de adelfa en fruto. 07.08.2013.
Las adelfas, como la gran mayoría de Apocináceas, poseen
potentes tóxicos que hacen efecto si se consumen en gran cantidad, pudiendo
causar la muerte. Son inocuas por contacto ocasional, a pesar de lo cual se les
ha atribuido una mala fama inmerecida,
que hace que se haya utilizado menos de lo aconsejable como planta jardinera.