Esta es sin duda una de las especies bulbosas más conocidas y
abundantes en Belalcázar, y zonas próximas. Curiosamente su nombre científico
es Urginea maritima, lo que extrañará
por situarnos a varios cientos de kilómetros de la orilla marina más cercana;
sin embargo, en la mayoría de su área de distribución, dando la vuelta al
Mediterráneo, es una especie que se aleja pocos kilómetros del mar.
Flores de la ceborrancha. Valencia, 09.2015 y Pedreguer, Alicante, 09.2018.
La ceborrancha florece desde agosto hasta septiembre e incluso octubre,
emitiendo una vara que supera a menudo 1 m. de altura y que puede contener hasta
300 flores blancas, con los 6 tépalos dispuestos a modo de estrella. Como
ocurre con muchas bulbosas, suele emitir las flores antes que las hojas, que
aparecen ya a partir de mediados o finales del otoño.
Brote floral (Parque Nacional de Doñana, Huelva, 09.2014) y vara fructificada (Hinojosa del Duque, 11.2018).
Es una especie tóxica si se consume, y la savia de sus hojas puede
producir reacciones alérgicas en la piel a personas sensibles a esta especie.
La gente mayor en Belalcázar recuerda a menudo que, durante los años de grandes
hambrunas que sucedieron a la guerra civil española, a principios de la década
de 1940, algunas personas fallecieron al consumir cocidos sus bulbos, pensando
que eran comestibles como los de las cebollas. Los bulbos de las ceborranchas son
los más grandes de todas las plantas bulbosas de la Península Ibérica, pudiendo
llegar a pesar hasta 2 km. Estos mismos
bulbos, torrefactados y convertidos en cenizas, se usaban antiguamente como matarratas.
Bulbo de la ceborrancha. Dehesa de la Albufera, Valencia, 11.2015.
Ceborrancha con hojas, en su aspecto primaveral. Belalcázar, 04.2004.