Brocal de una de las fuentes de la plaza de Sebastián de Belalcázar, cuyos pequeños agujeros de la base incluyen algunas de las numerosas entradas de la gran colonia de hormigas instaladas en dicha plaza. 08.2018.
A menudo hemos pensado que las colonias de nuestras domésticas e
inseparables hormigas ocupan pequeñas extensiones, que en caso de molestia
podemos controlar con relativa facilidad. Sin embargo, tanto algunas especies
nativas, como sobre todo otras invasoras que han proliferado en los últimos
años y cuya extensión se indica a menudo como uno de los efectos del cambio
global –incluido el cambio climático-, son capaces de formar supercolonias que
pueden medir muchos metros cuadrados, y en ocasiones incluso hectáreas o
kilómetros cuadrados bajo tierra. De este modo, lo que pensamos que es la
entrada de un hormiguero es sólo una de las docenas, cientos o miles de bocas
que dan acceso a las galerías donde existen numerosas hormigas reinas,
encargadas de mantener e incrementar la población de estos insectos; en este caso, las hormigas obreras transitan a menudo entre los diferentes hormigueros sin ser reconocidas como enemigas, lo que les permite el transporte de alimento a mayores distancias. Algunos
estudios han demostrado la existencia de supercolonias gigantescas de cientos e
incluso miles de kilómetros, como la que protagoniza la hormiga argentina
(Linepithema humile) que partiendo de Italia alcanza las costas atlánticas de
España, Portugal y Francia, con varios miles de de longitud contando todas sus
ramificaciones, y millones de hormigueros interconectados.
Detalle de una de las entradas del hormiguero. Otras se sitúan en el pavimento de la plaza, o en el suelo de la zona ajardinada. 08.2018.
Este año se ha podido ver una de estas supercolonias –obviamente mucho
más pequeñas que la citada arriba-, que ocupaba bajo el suelo gran parte de la
plaza de Sebastián de Belalcázar, y que sin duda habrá generado molestias para
quienes quisieran frecuentar ese bello enclave urbano belalcazareño. A poco que
alguien se quedara quieto/a, sería fácil que le subieran por el cuerpo y que los mordiscos de las mandíbulas de las hormigas soldado le causaran una mala
sensación. Es muy probable que esta colonia sea mucho más extensa, y se
extienda bajo el suelo hasta otras calles próximas, alcanzando varios metros de
profundidad, lo que a su vez permite a las hormigas resistir el duro invierno
belalcazareño, bajando a las galerías más profundas en los días más fríos. Las hormigas observadas corresponden probablemente a la especie Lasius niger, una de las más abundantes en el área mediterránea española, aunque la identidad exacta sólo podrá determinarse por expertos en este grupo de insectos, ya que no puede hacerse con suficiente seguridad a partir de fotografías como las que aquí se aportan.
Hormigas obreras de la colonia de la plaza de Sebastián de Belalcázar, recolectando néctar de la base de las flores de uno de los boneteros (Euonymus japonicus) del jardín allí situado. Para estas plantas, las hormigas pueden actuar de hecho como polinizadores de sus flores, permitiendo que se generen frutos, que luego alcanzan un color rojizo en el otoño e invierno.