Encender el fuego con un mechero nos parece algo 'de toda la
vida', pero hasta hace pocas décadas, nuestros abuelos aún lo hacían usando la
yesca y el pedernal. Sobre un fragmento de sílex o pedernal, cogido del campo,
se colocaba una pequeña cantidad de yesca, sustancia seca capaz de prender
fácilmente cuando se golpeaba la piedra con un 'eslabón', usualmente una pieza
metálica -a menudo argollas o eslabones de los que formaban parte de cadenas de
hierro. El golpe generaba chispas que prendían en la yesca, y siempre que se
tuviera la suficiente habilidad, resultaba fácil encender un fuego añadiéndole
unas briznas de hierba.
Ejemplos de diversos hongos yesqueros de los géneros Fomes (arriba) y
Fomitopsis (abajo), sobre troncos de pinos.
En la bibliografía encontraréis diversas especies con el
nombre de 'yesca' o 'yesquero', que eran justo las que se usaban para estos
menesteres. El 'hongo de yesca' es un
grupo de hongos de la madera, que a menudo colonizan troncos muertos o enfermos
de coníferas y frondosas, y que una vez maduros se secan adquiriendo
consistencia pétrea. Los hongos yesqueros de rallaban produciendo un
polvo fino, que prendía con facilidad al recibir la chispa.
Ejemplar en flor de tomillo yesquero.
Otra especie frecuente para estos usos era el tomillo
yesquero (Phagnalon saxatile, de la familia de las Compuestas o Asteráceas),
que a pesar de su nombre no está emparentado con los verdaderos tomillos
(género Thymus, famila de las Labiadas o Lamiáceas). Esta planta es frecuente
en Belalcázar, sobre todo en taludes rocosos de pizarras. Del tomillo yesquero
se usaban los vilanos o 'abuelillos', apéndices plumosos de las semillas que
dan un aspecto característico a las cabezuelas florales ya fructificadas.
Cabezuel ya fructificada de tomillo yesquero, donde se
aprecian los vilanos o 'pelos' que se usaban como yesca.
Entre las especies más conocidas con este mismo nombre se
encuentra el cardo yesquero (Echinops ritro), que no se encuentra representado
en la flora de Los Pedroches, donde a cambio sí que se localiza un pariente
suyo, que probablemente ha tenido usos parecidos; se trata de la especie
Echinops strigosus, usualmente de mayor talla y con cabezuelas más claras. De
esta planta parece que lo aprovechado no eran los vilanos -casi imperceptibles,
con forma de escamas que coronan la semilla- sino las partes florales secas,
sobre todo los estambres y los restos de las brácteas.
Ejemplares en flor de Echinops ritro, de cabezuelas florales
más azuladas (izq.) y E. strigosus, de tonos más verdosos (der.).
A pesar de todo lo anterior, cada paisano acababa por usar
como yesca aquellas hierbas que tenía más a mano y que le eran igualmente
útiles, como ocurre con muchas plantas de pequeño tamaño de diversas familia
botánicas. Por Belalcázar era habitual que en el saquito o 'faltriquera' donde
se llevaban el pedernal y el eslabón, se fueran introduciendo hojas de
gramíneas de talla reducida, resecadas por el calor, que se recogían sobre todo
a lo largo del verano, y que rotas en pequeños fragmentos prendían con
facilidad. De ahí se pasó con el tiempo al mechero tradicional o 'de mecha' -el
que precedió a los de gas-, que seguía el mismo principio, usando como pedernal
las conocidas 'piedras de mechero' vendidas en kioscos y droguerías, como
eslabón una rueda metálica estriada, y como yesca la mecha propiamente dicha,
fabricada de diversas fibras o tejidos. En el mechero de gas el sistema es
también el mismo, pero sustituyendo la yesca por gas licuado.