Umbela fructificada de zanahoria silvestre (Daucus carota subsp. maximus), replegada sobre su plano superior. ©E. Laguna, 12.08.2011, Cabeza del Buey
Nos indican desde Pozoblanco que con motivo de algunas actividades que atraen a feriantes y otros puestos ambulantes, se vienen vendiendo como ‘Rosa de Jericó’ las umbelas fructificadas, ya secas, de las zanahorias silvestres, pertenecientes a la especie Daucus carota –usualmente en el Valle dominan los ejemplares silvestres de la subespecie maximus-. Se trata de una nueva falsificación de la verdadera especie que ostenta el nombre, la crucífera Anastatica hierochuntica*, propia de los desiertos de Asia Menor, la península arábiga y zonas cercanas del NE de África; A. hierochuntica es una planta de difícil propagación, por lo que la mayoría de especímenes comercializados como ‘Rosa de Jericó’ suelen corresponder ya a una especie que no tiene que ver nada con ella, el helecho Selaginella lepidophylla**, procedente del desierto de Chihuahua. En ambos casos, todo el cuerpo de la planta se reduce en los períodos secos a un amasijo esférico de pocos centímetros, formado por raíces, tallos o frondes según cada caso, que se abren adquiriendo un aspecto plano-estrellado tras hidratarse. Son plantas anhidrobióticas, es decir, capaces de sobrevivir sin agua en ambientes desérticos durante períodos muy prolongados, y su capacidad para ‘revivir’ tras la hidratación les ha conferido un halo de leyenda que ha viajado más allá de las culturas originarias de sus zonas nativas. Igualmente, esta capacidad les permite ser utilizadas en ocasiones como excelentes barómetros para medir cambios rápidos de la humedad ambiental.
*http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_de_Jeric%C3%B3 ; **http://es.wikipedia.org/wiki/Selaginella_lepidophylla
Las umbelas fructificadas de las zanahorias silvestres tienen bien poco que ver con todo esto. No son organismos vivos autónomos ni realmente reviven tras la hidratación; son más bien partes muertes –excepto las semillas que contienen- que dejadas flotar sobre el agua se extienden, pero que en pocos días empiezan a enmohecer, alcanzando prontamente putrefacción. La única ventaja de su adquisición es que si los tiramos en algún rincón con tierra del huerto, el patio o la ‘cerquilla’, con suerte disfrutaremos al año siguiente o en un par de temporadas de las intensas floraciones de la zanahoria.