Imagen
de la Virgen de Consolación en su entrada en Belalcázar, llevando en su mano
derecha el manojo de albahacas. © E. Laguna, 15.08.2012
Ayer 15 de agosto celebrábamos en Belalcázar
la entrada de la Virgen de Consolación, que como sabéis porta en una de sus
manos una rama de albahaca. Ya hemos hablado otras veces en el blog de las
albahacas y no nos extenderemos por ello en explicaciones, concentrándonos sólo en algunos de sus usos y en el origen de su aroma. Os
recordamos que las plantas tradicionalmente cultivadas en el pueblo
corresponden a la variedad ‘Genovesa’ o de hoja pequeña de la especie Ocimum
basilicum.
Ejemplar de albahaca arbórea cultivado en el huerto de la residencia de artistas La Fragua © E.
Laguna, 12.08.2012
En ocasiones se cultiva la variedad de hojas mayores y
brácteas florales purpúreas, que se hace leñosa en su base, y corresponde
aparentemente a la albahaca santa o arbórea, más cultivada en el Mediterráneo Oriental,
Ocimum sanctum; el apelativo ‘arbórea’ responde
al hecho de que, a diferencia de la otra especie, ésta puede vivir muchos años
y alcanzar porte arborescente siempre que se mantenga bien protegida en
interior en la época fría, ya que no soporta temperaturas intefrioes a 2 o 3ºC.
Planta de albahaca común 'Genovesa' intercalada
en los cultivos de un huerto belalcazareño, ejerciendo su función de control
biológico ©E. Laguna, 13.08.2012
Las
albahacas se han plantado tradicionalmente en los huertos belalcazareños,
intercalándose entre el resto de cultivos, y cumpliendo así una doble función;
de un lado facilitan los ramos de flores que se usan en las celebraciones
religiosas estivales como la ya indicada, y de otro ejercen un papel
insecticida relevante, que ha sido aprovechado por la agricultura biológica. No
sólo ahuyentan los mosquitos, como es de conocimiento general, sino que a
entender de muchos expertos actúan como trampa para los nematodos o gusanos del
suelo -que causan abundantes enfermedades a muchas plantas cultivadas en sus
partes subterráneas-, atrayéndolos en primera instancia pero intoxicándolos más
tarde cuando consumen sus raíces.
Hojas de albahacas donde pueden apreciarse
las glándulas, a modo de punteaduras © E. Laguna, 08.2006
El olor de las
albahacas y gran parte de su toxicidad y de sus virtudes medicinales,
residen en la concentración de esencias;
el aceite esencial se almacena en glándulas que pueden verse a simple vista,
como pequeños puntos que recubren la mayoría de partes verdes de la planta, e
incluso en menor densidad las corolas de las flores. En las hojas las glándulas
están casi hundidas en la superficie, tanto en el haz como en el envés; en las
corolas a veces son glándulas fijas sentadas, que con suficiente aumento pueden
verse como pequeñas esferas dispuestas sobre el los pétalos. Cada especie del
género tiene un reparto, densidad y tamaño diferente de estas glándulas, y por supuesto almacenan una concentración distinta de sustancias en sus aceites esenciales, que dan lugar a aromas propios de cada una de ellas.
Inflorescencias
de Ocimum basiclicum (arriba) y de O. sanctum (abajo), con glándulas de aceites
esenciales en los cálices © E. Laguna, 09.2008 y 09.2010.