2012/08/16

El aroma de la albahaca

Imagen de la Virgen de Consolación en su entrada en Belalcázar, llevando en su mano derecha el manojo de albahacas. © E. Laguna, 15.08.2012
  
Ayer 15 de agosto celebrábamos en Belalcázar la entrada de la Virgen de Consolación, que como sabéis porta en una de sus manos una rama de albahaca. Ya hemos hablado otras veces en el blog de las albahacas y no nos extenderemos por ello en explicaciones, concentrándonos sólo en algunos de sus usos y en el origen de su aroma. Os recordamos que las plantas tradicionalmente cultivadas en el pueblo corresponden a la variedad ‘Genovesa’ o de hoja pequeña de la especie Ocimum basilicum.

Ejemplar de albahaca arbórea cultivado en el huerto de la residencia de artistas La Fragua © E. Laguna, 12.08.2012

En ocasiones se cultiva la variedad de hojas mayores y brácteas florales purpúreas, que se hace leñosa en su base, y corresponde aparentemente a la albahaca santa o arbórea, más cultivada en el Mediterráneo Oriental,  Ocimum sanctum; el apelativo ‘arbórea’ responde al hecho de que, a diferencia de la otra especie, ésta puede vivir muchos años y alcanzar porte arborescente siempre que se mantenga bien protegida en interior en la época fría, ya que no soporta temperaturas intefrioes a 2 o 3ºC.  

Planta de albahaca común 'Genovesa' intercalada en los cultivos de un huerto belalcazareño, ejerciendo su función de control biológico ©E. Laguna, 13.08.2012
    
Las albahacas se han plantado tradicionalmente en los huertos belalcazareños, intercalándose entre el resto de cultivos, y cumpliendo así una doble función; de un lado facilitan los ramos de flores que se usan en las celebraciones religiosas estivales como la ya indicada, y de otro ejercen un papel insecticida relevante, que ha sido aprovechado por la agricultura biológica. No sólo ahuyentan los mosquitos, como es de conocimiento general, sino que a entender de muchos expertos actúan como trampa para los nematodos o gusanos del suelo -que causan abundantes enfermedades a muchas plantas cultivadas en sus partes subterráneas-, atrayéndolos en primera instancia pero intoxicándolos más tarde cuando consumen sus raíces.


Hojas de albahacas donde pueden apreciarse las glándulas, a modo de punteaduras © E. Laguna, 08.2006

El olor de las albahacas y gran parte de su toxicidad y de sus virtudes medicinales, residen  en la concentración de esencias; el aceite esencial se almacena en glándulas que pueden verse a simple vista, como pequeños puntos que recubren la mayoría de partes verdes de la planta, e incluso en menor densidad las corolas de las flores. En las hojas las glándulas están casi hundidas en la superficie, tanto en el haz como en el envés; en las corolas a veces son glándulas fijas sentadas, que con suficiente aumento pueden verse como pequeñas esferas dispuestas sobre el los pétalos. Cada especie del género tiene un reparto, densidad y tamaño diferente de estas glándulas, y por supuesto almacenan una concentración distinta de sustancias en sus aceites esenciales, que dan lugar a aromas propios de cada una de ellas.


Inflorescencias de Ocimum basiclicum (arriba) y de O. sanctum (abajo), con glándulas de aceites esenciales en los cálices © E. Laguna, 09.2008 y 09.2010.