Cuando hace décadas hacía falta goma para pegar papeles u
otros trabajos manuales en las escuelas, a falta de la diversidad de pegamentos
que hoy podemos encontrar cabía recurrir a remedios caseros alternativos, entre
los que el más popular era usar el exudado de los troncos de almendros,
melocotoneros, ciruelos, etc. Ante las picaduras de insectos, y en especial la
del gusano cabezudo (Capnodis tenebrionis), estas especie emiten una goma
amarillenta que se solidifica como la resina de los pinos en contacto con el
aire; bastaba con recoger suficiente cantidad y ponerla en agua para obtener un
pegamento artesanal , cuya calidad y persistencia dependía en último término de
la cantidad de agua, el tiempo de reposo, etc.
Goma exudante de un tronco de almendro, sangrando de una
herida producida por gusano cabezudo.
©E. Laguna, 11.2005
El sistema no era otro que el mismo empleado durante milenos
con la goma arábiga, exudado similar que se recolecta en el Norte de África y el
Suroeste de Asia de diversas especies del género Acacia; existen especies
similares en Australia, donde los aborígenes también han utilizado
tradicionalmente gomas parecidas. Por Belalcázar y otros pueblos de la comarca
están plantados con fines ornamentale diversas especies de acacias,
particularmente de las que poseen hoja fina, dividida en múltiples folíolos
-mimosas y acacias similares-, que suelen tener cortezas oscuras y poco
rugosas. La imagen que traemos al blog es del exudado de una de estas especies
en la Plaza de la Constitución de Belalcázar. El pegamento que se obtiene en
este caso es de calidad superior al que se fabricaba con su equivalente de
árboles frutales, y suele poseer un color menos aparente, a lo sumo rosado en
vez de amarillento.
Exudado de goma arábiga en un ejemplar de mimosa del género
Acacia en la Plaza de la Constitución de Belalcázar ©E. Laguna, 08.2012